Capítulo 2

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Ya habían pasado cinco días desde su recuperación, y Luo Binghe estaba ansioso por salir del cobertizo.

Era solitario y parcialmente húmedo. Quería salir y experimentar otros nuevos ambientes, aunque fuera el mejor lugar donde recordó dormir pacífico desde hace mucho tiempo.

Vio salir y entrar al ser místico durante esos días de espera. Su aura brillante ante la oscuridad del cobertizo resultaba ser demasiado hipnotizante para su vista. Varias veces lo comparaba como si estuviera viendo a un héroe o a un Dios de la naturaleza.

Mientras se hipnotizaba por su belleza, detallo como diminutos puntitos de luz salían y revoloteaban a su alrededor como pequeñas luciérnagas.

En un momento de ocio durante esos días, tuvo la oportunidad de extender traviesamente su brazo para tocar un dobladillo de su "túnica" y ver que pasaba.

El ser místico no era tonto, cuando veía sus intenciones de ser tocado, se alejaba a dos centimetros apropósito. Siempre dejando al chico con el brazo extendido.

Luo Binghe hacía un puchero triste cuando esto sucedía, pero luego se reincorporaba feliz como cualquier niño de diez años. Se prometió en silencio que algún día tendría la oportunidad de tocar a esa alma traslúcida cuando estuviera bastante distraída.

Un día, le llegó con una noticia inesperada.

-- Vístete, Luo Binghe. Te guiaré hasta la salida del bosque.

Luo Binghe entristeció inevitablemente.

No deseaba volver al mismo pueblo donde quisieron lastimarlo hasta la muerte. Guardaba un ligero conocimiento de que no era bienvenido por su genética demoníaca. Tampoco era bienvenido en el mundo de los demonios cuando lo visitaba. Si se daba la tarea de analizarlo mejor, no era bienvenido en ningún lado.

A parte del oscuro y solitario cobertizo, literalmente, no tenía hogar ni familia a quien acudir.

Cuando vió a la figura mística acercarse a la puerta, agachó la mirada y cruzó medio brazo para murmurar con timidez.

-- Pero... No tengo familia... Tampoco casa... Soy huérfano.

El silencio predominó en las cuatro paredes del cobertizo.

Luo Binghe agachó su cabeza y evaluó su gesto con timidez. Empezaba a admirar la manera tan recta e inalterable en comportarse de este sujeto. A pesar de que no tenía la posibilidad de detallar su rostro, de alguna manera en estos cinco días, se sintió a gusto estando a su lado.

Ya no le temía como cuando lo hizo desde un principio. Le encantó que el ser místico nunca lo intentara agredir o abusar de él. Sus intenciones solo se dedicaron a cuidarlo con generosidad cuando nadie más lo hizo. Eso le estremecía el corazón de alegría y al fin sentía que alguien lo valoraba en esta vida. Por primera vez en mucho tiempo se sintió especial, y no quería alejarse de eso. Su aura le transmitía aires muy bondadosos.

Lo malo de todo, es que no podía descifrar qué pensaba el sujeto.

Y cuando el silencio se prolongó más de lo esperado, Luo Binghe frunció sus labios entristecido al pensar que no tendría oportunidad de persuadirlo.

Como es un niño de la calle, nadie le tiene compasión. Sus padres habían desaparecido en un accidente de cacería cuando solo había cumplido los siete años de edad y no conocía a más parientes.

La gente lo trataba como un delincuente por robar frutas y hortalizas frescas cuando no tenía cómo pagarlas, también le daban los peores trabajos que lo agotaban y esclavizaban con fuerte periodos de tiempo, y lo menospreciaban por su marca en la frente.

Los Guardianes ShenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora