2

101 18 1
                                    

Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.

Advertencias: Omegaverse, Mpreg, yaoi, angst, Sasunaru, leve Gaanaru, menciones de guerra, dolor y sufrimiento, matrimonio sin infidelidades...

Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊

.

.

.

Noches de lluvia, días de sol

2

.

.

Los tiempos de guerra eran difíciles, Gaara lo sabía mejor que nadie.

Sí, vivir en un país que sufría los estragos de dichos conflictos era complicado. La falta de hombres y mujeres para continuar haciendo funcionar al país estaba causando muchos problemas económicos. Hacían falta trabajadores para que todo siguiera marchando. Además, la comida no era tan abundante como en otros tiempos.

Sin embargo, eso era algo que podía sobrellevarse. Vivir de primera mano los estragos de la guerra era algo diferente. Gaara vio, con sus propios ojos, el campo de batalla. Se había enlistado en el ejército hacía varios años, sin pensar en que una guerra podría desatarse. Milagrosamente, había sobrevivido sin mayores consecuencias físicas. Muchos no contaban con esa suerte. Sin embargo, las heridas en el alma eran difíciles de sanar.

Ver morir a la mayoría de sus aliados fue duro. Muchos amigos y no tan amigos, sus vidas desperdiciadas por la codicia ajena. También, verse obligado a matar, a convertirse en un asesino. Los soldados enemigos no eran diferentes a ellos, no en realidad. Era una partida eterna de matar o morir de la cual nadie quería ser parte, porque incluso el jugador vencedor perdía más de lo que podría llegar a ganar.

Gaara había salido vencedor, porque aún conservaba su vida, pero había perdido mucho más. Su hermano mayor, Kankuro, había muerto en el campo de batalla. Luego de la terrible noticia, fue informado de que su madre enfermó. Cuando regresó a casa finalmente, luego de años siendo testigo de las desgracias de la guerra, ya no la encontró. Solo quedaba su hermana mayor, Temari, ya que su padre había fallecido varios años atrás.

La vida no era sencilla. Todavía llevaba en el bolsillo la última carta que le había escrito su madre, en la cual le rogaba que volviera a casa a salvo. Las pesadillas lo atormentaban cada noche. Cada vida que arrebató era como una tonelada de peso sobre su espalda.

Incluso estando en casa, se sentía como un extraño. Su hermana había intentado animarlo, hacerle ver que debía aprovechar cada momento de la oportunidad de estar vivo, pero no tenía las fuerzas, no tenía energías para continuar. No tenía un propósito.

Era algo irónico, ¿no? En el campo de batalla, lo que impulsa a cada soldado a seguir adelante es el deseo de volver a casa. Regresar a los brazos de sus familias, de sus seres queridos. Gaara lo había conseguido, pero seguía sintiéndose tan vacío como antes.

Y, por esa misma razón, fue que Temari lo instó (o más bien obligó) a cambiar de ambiente. Así fue como terminó buscando una casa en algún sitio lejos de su ciudad natal, donde podría comenzar desde cero, donde nadie lo conociera, donde tal vez pudiera volver a encontrarse a sí mismo.

No tuvo que hacer mucho trabajo, Temari fue quien se encargó de casi todo. Gaara no hizo mucho más que empacar las pocas pertenencias que consideraba valiosas y marcharse, no sin antes prometerle a su hermana que escribiría de vez en cuando. Cuando al fin llegó a su destino, se encontró conforme con la pequeña casa que Temari había conseguido para él. No era nada lujosa ni extravagante, sino acogedora. Al entrar, descubrió que tenía una habitación, un cuarto de baño, una cocina no demasiado pequeña, y una sala de estar bastante amplia en comparación con todo lo demás. Era un buen lugar para una sola persona, o tal vez para una pareja, pero no para más.

Noches de lluvia, días de solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora