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Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.

Advertencias: Omegaverse, Mpreg, yaoi, angst, Sasunaru, leve Gaanaru, menciones de guerra, dolor y sufrimiento, matrimonio sin infidelidades...

Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊

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Noches de lluvia, días de sol

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Otra semana más había transcurrido y esta vez Gaara estaba pendiente de la hora en que el rubio saldría para sus compras semanales.

La vez anterior, luego de ayudarlo de nuevo a cargar las cosas, terminó en casa del rubio siendo invitado esta vez a un panecillo con té que aparentemente una amiga le había regalado en el trabajo. También había visto al rubio salir temprano por la mañana y regresar casi al anochecer. Suponía que ese era el horario laboral que tenía aunque, cuál era su trabajo, Naruto no le había contado y Gaara no había mostrado su curiosidad sobre el asunto.

Se preguntaba qué haría el rubio una vez que tuviera al bebé. No necesitaba ser médico para darse cuenta de que el parto no debía de estar muy lejos, y trabajar con un recién nacido no era algo realmente posible, ¿no? Además, cuidar solo a un niño seguro no era tarea fácil, y menos en el mundo actual, donde el futuro era incierto.

— ¡Ah, buenos días, abuelo! —una voz animada y radiante lo sacó de sus pensamientos.

Con curiosidad, se asomó a la ventana y vio a Naruto conversando con un hombre de edad avanzada. Su voz era tan alta y escandalosa que no tuvo problemas en escucharla incluso a través de la ventana.

Gaara había visto al anciano en otras ocasiones. Era el cartero. Pasaba todas las mañanas entregando la correspondencia al vecindario. Y, al parecer, Naruto lo conocía lo suficiente como para llamarlo con tanta familiaridad.

Poniéndose de pie, se dirigió hacia la puerta para salir de casa, observando entonces como el hombre le entregaba al rubio su correspondencia antes de despedirse con un amigable: —Qué tengas un buen día, muchacho.

Entonces el hombre siguió caminando hasta quedar frente a su residencia e inclinó la cabeza como saludo.

—Debe ser el señor Sabaku. —una sonrisa gentil se dibujó en su arrugado rostro. A Gaara no le sorprendió que supiera su nombre, debido a su trabajo. —Es un placer, soy Hiruzen Sarutobi.

El pelirrojo inclinó la cabeza en reconocimiento.

—Tengo una carta para usted. —informó Sarutobi, buscando entre la correspondencia hasta dar con el sobre indicado y tendiéndoselo para que pudiera tomarlo. —Que pase buenos días. —se despidió con simpleza.

—Igualmente. —respondió Gaara por cortesía, observándolo marchar.

Giró el sobre para darse cuenta de que era una carta de Temari. Oh, claro, había prometido escribirle y hasta el momento no lo había hecho. Seguro al menos la mitad de las letras entre sus manos serían regaños por parte de su estimada hermana mayor.

— ¡Gaara, buenos días! —giró hacia la izquierda para encontrarse a Naruto, quien se había acercado mientras estaba distraído. Se veía de muy buen humor, a juzgar por la manera en que sus ojos brillaban esa mañana. —Veo que conociste al abuelo Hiruzen, ¿eh? Ha sido el cartero de esta zona por años, creo que incluso me cambió algunos pañales. —comentó con humor y se notaba el cierto cariño que le guardaba al anciano. — ¿Has recibido alguna carta importante?

Noches de lluvia, días de solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora