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Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.

Advertencias: Omegaverse, Mpreg, lactancia masculina, yaoi, angst, Sasunaru, leve Gaanaru, menciones de guerra, dolor y sufrimiento, matrimonio sin infidelidades...

Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊

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Noches de lluvia, días de sol

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Gaara se encontró a sí mismo tocando la puerta de la casa de Naruto a primera hora de la mañana. Ni siquiera lo pensó.

Esta sería la hora en que normalmente Naruto saldría a trabajar, pero no había señales de él por ninguna parte. Gaara solo... quería asegurarse de que estuviera bien. Era el único amigo que tenía en este lugar, la única persona con la que se relacionaba, así que lo menos que podía hacer, luego de toda la amabilidad que el rubio le había ofrecido, era asegurarse de que se encontraba bien.

Cuál fue su sorpresa cuando, al abrirse la puerta, Naruto se encontraba ahí, con sus ojos azules opacados por el cansancio y un pequeño recién nacido en brazos.

... Oh.

Entonces ese había sido el bulto que lo había visto cargar la noche anterior.

— ¿Gaara? —murmuró el rubio, algo confundido y con la voz rasposa. No debía haber dormido mucho la noche anterior.

—Lo siento. —se disculpó el alfa inmediatamente, dándose cuenta de que había llegado en un momento inoportuno. —Lamento molestar. Solo quería saber si todo estaba bien. No estuviste varios días, así que...

Comprensión iluminó el rostro del rubio.

— ¡Oh! Perdóname, no fue mi intención preocuparte. —se apresuró a decir, mostrándose algo apenado. —Tuve un par de días algo ajetreados. —rio con suavidad, pero no pudo evitar el bostezo que salió de su boca.

Gaara no contestó por un segundo, desviando su mirada al bebé que se removía un poco entre los brazos del rubio.

—Felicitaciones. —fue todo lo que se le ocurrió decir.

Naruto le ofreció una sonrisa cansada pero genuina e, inconscientemente, atrajo más a su bebé contra su pecho con cariño. Lucía agotado, pero feliz, de algún modo.

—Gracias. Pero estoy muerto, apenas he podido pegar un ojo en estos días, de veras.

Era de suponerse. No hacía ni falta que se lo dijera, considerando su aspecto actual. Desgraciadamente, en estas circunstancias, no había nada que Gaara pudiera hacer para ayudarlo un poco, como antes. O al menos nada que se le ocurriera por el momento.

—Entiendo. Te dejaré descansar. —dijo entonces con toda la intención de retirarse. Ya había logrado calmar su ansiedad al asegurarse de que el rubio se encontraba a salvo, así que no tenía nada más que hacer ahí. Sin embargo, la voz de Naruto lo detuvo.

—Oh, ¿estás seguro? Puedes quedarte un rato si quieres. Aunque tengo la casa hecha un desastre, así que lo siento de antemano.

Gaara debería decir que no. Debería simplemente darse la vuelta y marcharse. Estar allí, con Naruto y su bebé recién nacido, no le correspondía. Esta no era una invitación como agradecimiento por ayudarlo con algo, como las veces anteriores. Gaara no debería estar ahí.

Noches de lluvia, días de solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora