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Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.

Advertencias: Omegaverse, Mpreg, yaoi, angst, Sasunaru, leve Gaanaru, menciones de guerra, dolor y sufrimiento, matrimonio sin infidelidades...

Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊

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Noches de lluvia, días de sol

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Sentado en una de las sillas del comedor, Gaara observó a Naruto preparar el café mientras este tarareaba alguna canción que él desconocía. Cuando la taza le fue ofrecida, agradeció en voz baja y la tomó, y continuó observando al rubio dar vueltas por la cocina, sacando las cosas de las bolsas y guardando cada una en su lugar.

—No deberías comprar tantas cosas de una sola vez. —comentó, inmediatamente dándose cuenta de que tal vez ese comentario sonaba un poco grosero.

No lo dijo de mala manera. Una persona embarazada no debería hacer tanto esfuerzo, eso es todo. ¿Qué pasaría si no hubiera nadie para ayudarlo la próxima vez que se le cayera algo?

—No tengo realmente otra opción, ¿sabes? —respondió el rubio, quien no parecía ofendido por el comentario. —Hoy es el único día que tengo libre del trabajo y no tengo más tiempo para hacer compras en otro momento. Debo comprar todo de una sola vez o correré el riesgo de necesitar algo durante la semana. —suspiró con agotamiento, dejándose caer sobre el asiento libre una vez que hubo guardado todo.

Gaara observó cómo se acariciaba el vientre en círculos, como si eso lo ayudara a relajarse.

Entonces, el rubio trabajaba durante la semana y, aparentemente, vivía solo. Era una lástima. Con un embarazo tan avanzado debería pasar su tiempo descansando y preparándose para la venida del bebé, no trabajando para sobrevivir. Pero bueno, si la vida fuera justa él tampoco estaría aquí ahora.

— ¿Y qué hay de ti? ¿Por qué decidiste mudarte a este lugar? —inquirió el rubio, curioso.

—Quería cambiar de ambiente. —fue su simple respuesta. No era una mentira, pero tampoco englobaba la complejidad de la verdad.

—Oh, ¿no te gustaba tu antigua ciudad?

El pelirrojo se encogió de hombros. No era que no le gustara, simplemente ya no se sentía bien ahí. Luego de todo lo que había ocurrido, él...

Sacudió la cabeza.

—Solo necesitaba cambiar de aires. —respondió vagamente.

—Entiendo. —el ojiazul decidió sabiamente no preguntar más. —Bueno, ¿y qué te parece el pueblo?

Gaara le dio un sorbo a su café, sintiendo el líquido calentarle la garganta.

—Es tranquilo.

Naruto rio.

—Sí, es bastante agradable, ¿cierto? Yo crecí aquí, así que probablemente conozco a todo el mundo. Como no estamos en una gran ciudad, las personas son muy cercanas, así que todos nos llevamos bien. Me gustaría criar a mi bebé aquí. —frotó amorosamente su vientre al hacer mención de la criatura que crecía dentro de él.

Noches de lluvia, días de solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora