Capítulo 22

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Llegó entonces la hora de partir, Sam se sentía entristecida, más que cualquiera, se despidieron con largos abrazos, suspiros melancólicos y caras largas.

No sin antes prometerse ponerse en contacto lo más pronto posible.

—Gracias por todo su apoyo —. Dijo la pelinegra en general para todos, antes de que subieran a los automóviles, Rebecca iba con Ewan, y Matt se llevó al trío de chicas.

—¡Si hay boda necesito ser invitada!— Gritó Laura por la ventana del auto antes de despedirse con la mano.

Los carros dieron vuelta y sonaron los cláxones para despedirse, Sam y Ailen se quedaron viendo agarradas de la mano mientras sus amigos se alejaban por el camino.

—¿Habrá boda?— preguntó curiosa la de ojos dorados levantando una ceja. Soltó una risita cuando vio a la otra ponerse algo roja.

—Un paso a la vez castaña.—La instó a caminar por el camino. Aunque le había gustado estar con sus amigos después de mucho agradecía esos momentos a solas en aquel lugar tan especial con su chica antes de partir.

Caminaron unos metros en silencio, aún no quería separarse de ella, aunque sabía que no les quedaba mucho tiempo. Pero quería aprovechar unos momentos a solas con su novia, la guio por el sendero, caminaron agarradas de la mano, en silencio, hasta que se detuvieron en medio del camino, Sam veía hacia los árboles.

El viento silbaba, y las ramas se movían de un lado a otro en una danza que reactivo la memoria de la castaña.

Ailen reconoció el lugar.

—Es aquí.— Preguntó, aunque sonó más como una afirmación, Sam asintió con la cabeza invadida por una melancolía inevitable.

—A pesar de que este lugar guarda uno de mis peores recuerdos, también guarda muchos buenos y voy a echarlo de menos.—Ailen vio el camino, lo angosto que era el borde y de pronto las escenas de Sam parada ahí en medio, la camioneta yendo en su dirección.

Hubiera entendido si Sam le hubiera dicho que odiaba el lugar, que le traía malas vibras y que no querría volver ahí. Sin embargo, estaba aceptando lo malo para no desprenderse de lo bueno.

Recordó lo determinada que estaba a evitar que le hicieran daño. Antes había sentido rabia y odio. Pero ahora no. Ahora se sentía triste por todo lo que la pelinegra había tenido que soportar y seguiría cargando emocionalmente.

—Sam, no quiero que lo que hayamos vivido te mantenga atada a mí.— Soltó de pronto algo cabizbaja. Sam se veía algo triste y Ailen, sintió esa sensación de que ella era la causa de que tuvieran que alejarse de su ciudad, de sus amigos. Pero el rostro de Sam ante la mención, se frunció dejando atrás esa expresión de tristeza, para dar paso a una muy confusa.

—De qué hablas.

—Solo, yo no quiero que te sientas obligada a estar conmigo por todo....—. No hubiera querido que aceptará lo malo porque venía en paquete con lo bueno. Ella no hubiera sufrido tanto. Ailen se obligaba a no pensar en eso, habían acordado dejar el pasado atrás, y seguir adelante juntas. La amaba. Pero una parte de ella jamás se perdonaría el daño que le hizo.

Se preguntaba si lo mejor para Sam, para ambas, hubiera sido ir por caminos separados, aunque le doliera, pensaba que tal vez sí, aunque también le dolía a sobre manera el sólo pensar en no estar con ella.

—¿Acaso parezco obligada? Ailen de qué hablas, te amo, ¿no lo tienes claro aún?—. La ojiazul parecía herida y algo en Ailen se removió. No quería ser una idiota como la última vez—. ¿O tú te sientes así?

En el corazón se perteneceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora