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Entraron al cine, estaba cerca, habían caminado solo unas cuantas cuadras para llegar, Sam solo le había tomado la mano para cruzar la calle y luego la había soltado, pero seguía caminando muy cerca de ella y de repente la tomaba del brazo para ayudarla a esquivar a la gente. Ailen sonreía de la nada a veces y agachaba la cabeza algo avergonzada, no quería que Sam la atrapará haciendo aquello, de vez en cuando volteaba a ver qué fuera cerca de ella cuando se atrasaba en el camino.
Una vez que llegaron, la pelinegra le pidió que la siguiera hasta la fila para comprar algo.
— Ahora si traje dinero —. Dijo Ailen más emocionada de lo normal, buscando en sus bolsillos de su abrigo donde había dejado los billetes que su madre le había dado, sin percatarse de que Sam la veía algo conmovida.
— Ailen...—. La de ojos miel parecía no encontrar donde había puesto el dinero. Sam volvió a hablar para llamar su atención.— Ailen.
Ailen levantó su cabeza.
— Ah, yaaaa —. Buscó en el bolsillo de su pantalón, fue difícil porque el bolsillo que buscaba coincidía con el lado de la mano enyesada. Con una sonrisa triunfante lo alcanzó. Sacándolo y mostrándoselo a Sam. La cuál rio.— Te dije que traía.
— Castaña, no te preocupes, yo te invité, yo pago —. Sam le guiñó el ojo.
— No Sam, por favor...— Ailen trotó unos pasos para alcanzarla en la fila y se puso a su lado.— Ya me invitaste la ocasión pasada. Déjame pagar al menos algo.
Sam la vio detenidamente, algo en su expresión hizo a Ailen sentirse mal, no quería ofenderla, y no entendía porque la más alta había fruncido el ceño de repente. Así que lo dejo estar. Hasta Sam habló de nuevo.
— Eres terca Ailen —. Sam suavizó sus expresiones y se convirtieron en un brillo que Ailen notó que le llegó a los ojos. ¿Por qué le veía fijamente los ojos? — Sólo porque te esmeraste enserio en alcanzarlo desde tu trasero.
Sam se río y Ailen también aun viéndola a los ojos.
— Okey, entonces toma —. La de ojos miel le tendió el dinero en su mano buena y Sam lo aceptó a regañadientes.
— Bien, entonces ... ¿qué vas a querer? ¿palomitas está bien? Todo mundo compra palomitas.
— Tampoco estoy tan retrasada Sam, sé que se comen palomitas —. Comentó Ailen dándole un empujoncito.— Pero sabes, se me antoja un hotdog.
Llegaron a la caja para pedir, Sam se encargó de hacer el pedido, palomitas grandes, refrescos para ambas, el hotdog de Ailen y varias bolsas de golosinas. Mientras la pelinegra se encargaba de las compras, la castaña veía distraída todo a su alrededor.
Una vez que les dieron su pedido Sam cargó con la bandeja con mucho cuidado apoyándola sobre su antebrazo enyesado y tomándola con la mano buena para no perder el equilibrio. Ailen vio como batallaba y hubiera querido ayudarla, pero se sintió muy torpe y no creyó que lo pudiera hacer mejor que ella.
— Ailen, ¿podrías tomar los boletos del bolsillo de mi abrigo? — Sam parecía equilibrar un poco con la bandeja.
— Claro —. Dijo Ailen acercándose a buscar en los bolsillos, fue de un lado y luego a otro, se sintió un poco avergonzada por estar tan cerca de Sam y toquetearla en el proceso. Una vez que los encontró se dirigieron a la entrada de las salas.— ¿Quieres que te ayude?
—No, estoy bien, solo... los boletos —. Sam se acomodó bien la bandeja de tal forma que se apoyará en la escayola ya que con lo poco que se asomaban los dedos de su mano derecha no podía sostenerla muy bien.
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En el corazón se pertenece
RomanceAilen despierta de un terrible accidente con la memoria afectada, no recuerda qué pasó, no recuerda ni a sus padres, se siente frustrada, agobiada y sobre todo, engañada, conforme pasan los días, siente que no le están diciendo toda la verdad, quier...