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— ¡Contéstame! ¡Contéstame!
Los gritos no paraban, Ailen estaba arrinconada en la habitación, abrazando sus rodillas, llorando descontroladamente. La oscuridad inundaba el lugar y sentía una gran pena en su corazón.
— ¡Bastaaaa! —. Quería que parara, no había hecho nada malo, no entendía porque su padre estaba furioso, pero lo estaba y ella estaba aterrada.
— ¡¡Contéstame!!! —. La voz del hombre retumbaba y hacía eco en la habitación, la cual de un momento a otro se hizo más pequeña y empezó a girar, su padre parecía más grande, se acercó y su sombra se levantó hasta alcanzarla, no podía verle el rostro, pero era él, y no necesitaba más que su voz para saber que estaba furioso con ella.
— ¡No has traído más que vergüenza a la familia! ¡No puedes ser mi hija!
— ¡No! —. Ailen gritó cuando vio que el hombre levantó el brazo justo para dejarlo caer sobre ella, alzó sus brazos sobre su cabeza y cerró los ojos esperando el golpe.
Ailen se levantó jadeando bruscamente y se incorporó en la cama. Estaba empapada de sudor, su respiración era agitada, los latidos de su corazón los sentía en los oídos y el miedo la invadió cuando sus ojos solo deslumbraron negro.
¿Qué había sido eso? Una pesadilla claro, pero se sentía extraño, cómo sí... ¿y si era un recuerdo distorsionado?
Eran imágenes surrealistas y abstractas, pero tenían algo de verdad, el sueño mostraba que su padre era monstruo. Ella le tenía miedo, podía sentirlo, miedo, odio, rabia. No podía ocultárselo ni ella misma, no quería exagerar, no tenía muchos motivos, si pensaba racionalmente la reprimenda de ese día no era más que normal hasta cierto punto. Lo sería si su padre mostrara preocupación e interés por su situación, sin embargo, sus razones eran egoístas, solo quería ser quien mandara y controlara todo.
Se levantó lentamente de la cama obligando a sus ojos a ajustarse a la poca iluminación de su habitación, se tambaleó un poco, aún estaba mareada, afuera seguía oscuro, aún no amanecía. Se dirigió al cuarto de baño, no se sentía con ganas de tomar una ducha, estaba cansada, se refrescó la cara lo suficiente y se limpió.
¡No has traído más que vergüenza a la familia! ¡No puedes ser mi hija!
Ailen se quedó viéndose en el espejo unos segundos más en lo que se recomponía, no podía dejar de revivir su pesadilla, y oír una y otra vez los gritos de su padre.
¿Por qué su padre le había dicho aquello? Hasta ahora no había nada que pudiera haber hecho que lo hubiera avergonzado. Más que desobedecerlo, pero no creía que eso fuera motivo suficiente para decir aquellas palabras.
Y si... en el pasado lo había avergonzado. Qué podría haber hecho ella, no, tenía que dejar de pensar en eso. Eso no era verdad. Fue un sueño. Una pesadilla.
Pero lo había sentido tan real. ¿Y si su padre alguna vez le dijo eso?
Conociendo a su padre, como lo estaba conociendo, pudo haber sido cualquier estupidez que lo enojara. Pudo haberle dicho eso en un arranque de irá tras haberse sentido ofendido y herido en su orgullo.
Ella no podía ser una mala persona. No lograba recordar aún su antigua vida para tener referencias, golpeó frustrada la pared. ¡Por qué no podía simplemente recordar todo!
Regresó a la cama, sentía que el sueño se había ido, se sentía cansada, pero también tenía miedo de volver a soñar lo mismo. Buscó su teléfono, eran las tres de la mañana, se dio cuenta entonces que tenía varios mensajes de Sam sin leer.
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En el corazón se pertenece
RomanceAilen despierta de un terrible accidente con la memoria afectada, no recuerda qué pasó, no recuerda ni a sus padres, se siente frustrada, agobiada y sobre todo, engañada, conforme pasan los días, siente que no le están diciendo toda la verdad, quier...