18 | Una mala combinación

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18 | Una mala combinación

Blake

Dejo el vaso térmico lleno de café sobre la mesa y miro a Leah. La chica está con el teléfono en la mano, pero apenas siente mi presencia lo hace a un lado y me enfoca. La sonrisa que se dibuja después en su semblante hace que el estómago se me revuelva. Me mira con un brillo en los ojos que de pronto me hace sentir como una mierda. La cuestión es que… no debería sentirme así. Y no debería porque no he hecho nada malo. Estoy aquí para hacer lo correcto, porque si quiero intentar algo con Alice, algo en serio con la chica que me gusta, con la chica que me ha gustado desde siempre, debo aclararle a su amiga que no me interesa.

Jodida situación, ¿no?

— Con leche y azúcar — es lo primero que sale de mis labios apenas abrir la boca. Hago un gesto hacia el café y ella sonríe un poco más.

— Tal como me gusta.

— Lo sé. Me lo dijiste hace unos minutos.

Echo la silla hacia atrás y me acomodo.

— Yo… — Empiezo, pero ella me interrumpe de golpe.

— Gracias por aceptar salir conmigo. Me hace muchísima ilusión.

Claro que sí, se le ve en los ojos.

Trago saliva. No sé por qué se me está haciendo tan difícil decirle algo que… ella ya debería saber. Algo que le he dicho no una, sino varias veces. Esta vez debería ser más fácil. Más claro. Sí. Fácil y claro. Aunque… ¿Qué más claro que un "no estoy interesado"? Pero, mierda, en esta ocasión, y a diferencia de las otras, si me cuenta decirlo. Creo que es porque esta vez sé que debo ser un poco más rudo. Debo decirle algo más radical, algo que le quede bien en claro y la baje de esa nube. No soy una mierda de persona, no me gusta hacer sentir mal a nadie. Pero es lo correcto. Claro que lo es.

— Escucha, Leah, esto no es una cita — aclaro, y apenas decir esto, su sonrisa desaparece.

— ¿No? — Su entrecejo se frunce — Yo creí que…

No continúa porque me ve negar con la cabeza. Rápidamente veo como la decepción se abre paso por su mirada, lo que causa que el malestar en mi estómago empeore.

— No, Leah, no lo es — le digo — Porque para ser una cita, tiene que haber interés, y el único interés que tengo ahora en ti es para que me dejes en paz de una buena vez.

Trago saliva.

Okey, eso ha sonado más duro de lo que en realidad pretendía.

Leah parpadea un par de veces.

— No te entiendo, Blake.

En realidad creo que sí lo entiende. Vamos que no es muy difícil hacerlo.

Lleno mis pulmones de aire y luego digo:

— No quiero nada contigo — ella aprieta los labios, su cejas bajan y me muestra una expresión de tristeza que me oprime el pecho; sin embargo, no dejo que eso me distraiga de lo que debo hacer — Mira… eres una muchacha muy guapa pero… mi corazón ya tiene dueña, Leah.

La chica frente a mí separa los labios y parpadea un par de veces. Parece que esta noticia es difícil de creer, porque sacude la cabeza, cómo si quisiera darle sentido a lo que ya he dicho, y, con los labios, veo como repite lo que ya le he dicho, pero sin formular una palabra.

— ¿Dueña? — Parpadea otra vez y yo asiento. El tono que utiliza es de incredulidad.

Veo como, con los labios, y otra vez sin emitir ningún sonido, repite «Dueña» como si no pudiera entender del todo su significado, como si esa palabra fuese nueva en su diccionario; cómo si todo fuera un rompecabezas de piezas revueltas.

Todo lo que juntos podemos ser ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora