1. El regreso

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<Cinco>

- Me gustan mucho tus dos lunares en tu mejilla - sonrió contra mi cara y con su índice tocó mi pómulo.

- Son solo lunares - reí.

- Pero tienen algo especial - dijo.

Sonreí con mayor intensidad al contemplarla frente a mi, sus ojos mirándome con cariño mientras sus manos me tomaban.

- Te quiero - musité.

- Yo te quiero más - y sus labios tocaron los míos en un beso dulce y pequeño.

Nos separamos y estaba a punto de volver a descender hacia su boca, cuando la puerta sonó.

- Agh - se quejó.

Nos separamos y ambos miramos la entrada.

- Adelante.

La puerta se abrió y de esta emergió Klaus.

- Oye tú, Cruella - se dirigió hacia mi compañera.

- Klaus - lo reprendí.

- Déjalo - ella me tomó el brazo -. ¿Qué quieres?

- Allison te busca - soltó con desdén.

- Dile que en un rato voy.

- No soy tu mensajero. Dile al idiota que tienes por novio que lo haga - exclamó y cerró la puerta.

Me giré hacia ella y le sonreí apenado.

- Klaus aún no lo acepta, es todo - dije.

- Y nunca lo hará.

- Solo dale tiempo.

- ¿Cuánto más? Llevó medio año esperando caerle bien. Pero me importa poco. Te tengo a ti y es lo único que importa - entrelazó su mano con la mía y su mano libre viajó hasta mi mejilla.

- Solo ignorálos.

- Es lo que hago.

Y sus labios se unieron con los míos en un beso lento y lleno de emoción.

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- Ya no has ido a verla - soltó Klaus.

Me quedé callado sin saber que decir. Mis manos temblaban y mi pierna se movía rápidamente. No quería levantar la mirada porque sabía que lo único que encontraría serían las miradas de reproche de mis hermanos.

- No es obligación de Cinco ir a ver a la chica muerta - mi chica atacó y su mano se posó en mi espalda.

- ¡No te refieras así de ella! - la voz de Diego se unió a la plática.

- ¿A ti quien te invito a la conversación? No eres más que el remplazo, número Nueve - Klaus contra atacó.

- Número Ocho para tí, así fue como papá me nombró y soy un mejor remplazo. Soy la mejor de ustedes desde que llegué aquí - exclamó mi chica a un lado de mí.

- Pero no eres mejor que ella. Tú estás muy por debajo, créeme. Solo eres una copia barata. Eres la copia de ella aquí en la academia al igual que en tu tonta relación con Cinco - escuché como Diego atacó.

Alcé la mirada arto de la discusión y lo idiotas que se estaban comportando mis hermanos.

- ¡Cállense! Y espero que de ahora en adelante sean más amables con ella - tomé su mano -. Porque si no, olvidaré que son mis hermanos.

Klaus estaba apunto de hablar cuando me adelanté.

- Y si no e ido a verla es porque ya no siento nada, no quiero seguir viéndola con los ojos cerrados mientras espero a que despierte. Ya estoy cansado - solté con voz cortada.

- No te matará ir aún que sea un minuto - Diego se puso de pie y me lanzó una mirada de pocos amigos - Ella es tu mejor amiga, y lo único que haces es abandonarla.

- Vete al carajo, Diego - exclamó mi compañera.

- Este no es asunto tuyo.

- Lo es si se trata de Cinco - se defendió mi chica.

- No creí que Cinco necesitaba que lo defendieran. Mejor voy con ella, a diferencia de ti, yo estaré con ella hasta que despierte - señaló la entrada.

Se alejó de nosotros y el siguiente en ponerse de pie fue Klaus, una mirada entre el enojo y la decepción fue lo que nos lanzó.

- Solo espero que cuando ella despierte, sea inteligente y se alejé de tí. Idiota - su voz sonó hostil y fue tras Diego.

Cuando los perdí de vista me pase las manos por el cabello, estresado, al borde del colapso.

Sus manos viajaron a mi cara y me obligó a mirarla.

- Son unos tontos.

- Tiene razón. La estoy abandonando - musité -. Solo me alejé sin razón. Y el problema es que no sé por qué.

- Tranquilo, ambos sabemos que ella ya no despertará.

Desvié la vista negándome a aceptarlo. Porque una parte muy pequeña de mí aún seguía pensando que sus ojos se volverían a abrir.

Pero a este punto ya no sabía que creer.

No supe cuántos minutos duré en esa posición, en silencio y con ella a mi lado.

Pogo entró a la sala y cuando estuvo frente a nosotros nos miró alternadamente, había algo en su mirada que no supe identificar.

Un escalofrío recorrió mi espalda y en reacción los bellos de mi nuca se erizaron.

- Ya despertó - exclamó con voz segura.

Mi sangre viajó hasta mis pies y todo mi cuerpo se tensó, cómo si me hubieran hechado un balde de agua fría en todo el cuerpo.

Tragué grueso y miré a número Ocho sentada a mi lado, su mirada igual era de asombro.

- Despertó... - Ocho lo insitó a qué siguiera, sin poder creerlo todavía.

- La señorita Ocho a despertado.

Mierda.

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Digan "presente" si llegaron al final

Hasta aquí el primer capítulo

¿Cómo les parecío?

Nos vemos en el siguiente

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Con amor, Esme

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