13. La travesura

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<Diego>

- ¿Quieres hacer algo? - pregunté moviendo mis manos torpemente.

La mirada de TN se posó en mí y me estructuró.

- ¿Qué tienes en mente?

- Estos días haz estado bajo mucho estrés, por los entrenamientos, todo el pleito con Dalia y otras cosas - comencé a recitar -. ¿Te gustaría divertirte?

- ¿Cómo?

Hundí mi mano en la bolsa de mis shorts y de ella extraje una pequeña bolsa de plástico. Se la mostré y la agité levemente en el aire.

- ¿De dónde sacaste eso? - preguntó.

- Hace unos días buscaba entre las cosas de Klaus mi osito.... Digo mi cuchillo - corregí rápidamente -. Y encontré esto.

- Lo sé, Klaus se droga en las noches para evitar que papá lo vea. Yo no haré eso - negó y despegó la vista de mi.

- No es droga - aclaré -. Bueno algo, son polvos para quedar inconsciente.

- ¿Qué pretendes? ¿Ir a espolvorear la comida de Dalia con eso? - señaló con sus ojos la bolsa entre mis manos.

- Yo nunca dije que serían para ella - recalqué y TN se relamió los labios -. Solo estará inconsciente por unas horas. Ni sabrá que fuimos nosotros.

- Se enfadará y te electrocutará - soltó.

- Ya lo a hecho y mira, estoy bien - abrí mis brazos para que pudiera contemplar mejor mi cuerpo.

- Se enfadará.

- Eso es lo que lo hará divertido. Solo será una travesura.

- Diego.

- TN.

Se mordió el interior de la mejilla y hundió las cejas simulando que pensaba.

- Muy bien, pero si ella te lanza un rayo, yo no haré nada - sentenció.

- Hecho.

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- ¿Cómo sabes que ese es su plato? - TN preguntó a un lado de mi.

- A Dalia no le gusta la avena. Mira todos los platos y contienen avena exepto uno, el de ella.

- Ah. Que inteligente.

Nos aseguramos que nadie viniera a la cocina y cuando todo estaba solo, comencé a espolvorear el contenido del sobre en la comida de Dalia.

- ¿No le hará daño verdad? - TN susurró a mi lado un poco temerosa.

- No.

- ¿De dónde sacó Klaus esto?

- Lo usamos una vez para dormir a papá - confesé.

- ¿¡Cómo pusieron hacer eso!? - susurró fuerte - ¿Quién fue el idiota de la idea?

Mis ojos conectaron con los suyos, una sonrisa puesta en mis labios.

- Tú - respondí.

Frunció el entrecejo y me miró sin creerme.

- No lo recuerdas. Pero tú fuiste quien le suplico a Klaus conseguir estos polvos - dije.

- Tienes razón, no lo recuerdo...

- ¿Qué no recuerdas Ocho? - La voz de Dalia sonó a nuestras espaldas.

TN y yo nos quedamos quietos frente a la  mesa y con el sobre con residuos de polvo en mis mano.

- Varias cosas - respondió mi hermana y se giró para enfrentar a Dalia -. Por el accidente perdí un poco la memoria.

- ¿Qué haces Diego?

Me tensé e hice bola el sobre en mi mano, antes de darme la vuelta y contemplarla mirándome con una ceja arriba.

- Nada. Probando la comida. Muy buena por cierto.

- ¿Y de mi plato, idiota?

No supe que decir haci que decidí cambiar el tema.

- ¿Y tú títere? - dije.

- ¿De quién hablas?

- De Cinco. Parece tu marioneta, siempre diciéndole que hacer o que no. Lo manejas a tu antojo - solté.

- Es lo que hace el amor - dijo con suficiencia dirigiéndose a TN.

- O el poder - dije en lo bajo.

- Cómo sea, haste a un lado - me quitó y tomó su comida -. Espero enfrentarnos pronto, TN.

- Te lo aseguro, ¿pero estás segura? No quiero hacerte daño de nuevo - TN hizo un puchero.

- No te preocupes, no lo harás - sonrió con suficiencia.

Dió media vuelta y caminó moviendo sus caderas con exageración.

- Eso estuvo cerca.

- Veamos a seguirla, estará sedada y actuará cómo idiota.

Reímos y fuimos detrás de ella.


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Con amor, Esme

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