16. Buscar la libertad

362 59 9
                                    

<TN>

- Ahora todos han actuado muy extraños y no sé el por qué - hablé mientras volvía a mi posición anterior.

- Encontrarás las respuestas, estoy seguro - su voz sonó más cerca y a los pocos segundos lo contemplé a un lado de mi.

- Dalia se desmayó - solté.

- Lo sé, la ví en su habitación dormida y cuando traté de despertarla no hizo ningún movimiento - respondió.

- Diego y yo lo ocasionamos, pero fue mía la idea - insistí, esperando a que se enojara conmigo para que se fuera.

- Tendré que darte las gracias entonces.

Hundí las cejas y lo miré rápidamente, sus ojos ya estaban puestos sobre mi.

- ¿No estás enojado?

- No.

Llevé el dorso de mi mano hasta su frente y después con mi palma toqué su mejilla. Su piel estaba cálida y se sintió como si ya hubiera hecho esto varias veces antes, de las cuales no tenía recuerdos. Fue un solo tacto que me resultó confortante pero me obligué a liberar su rostro.

- ¿Te sientes bien? - traté de ocultar el nerviosismo que tenía mi voz.

- Por supuesto - sonrió con emoción y sus ojos destelláron.

Esa mirada.

Esa sonrisa.

Fue como ver al Cinco de hace tres años. Aquel chico que con solo su mirada podía arreglar los problemas. Ese niño que con solo mirarme ponía mis días de un color brillante.

¿En qué momento cambió todo?

Entonces ya no éramos TN y Cinco de 16 años.

Éramos TN y Cinco de 10.

Unos niños que solo pasaban las horas para ir al baño alejados del otro.

No sé cuánto tiempo me quedé mirando sus ojos, ese bello color verde que ahora me parecía más hermoso, pero volví a la tierra cuando su mano rozó con la mía.

Parpadee varias veces para salir de mi estupor.

- Es la primera vez desde que despertaste que me miras más de cinco segundos - dijo sin perder la oportunidad de estructurarme de nuevo con la mirada.

- Solo.... Veía lo horrible que eres - traté de justificárme -. Invades mi espacio personal - guardé distancia y me alejé unos centímetros de él.

- Eso no te impidió tocarme el rostro y perderte por varios minutos.

¿Minutos?

Creí que solo habían sido 10 segundos.

- Dices puras idioteces. Eso es lo que eres, un idiota, ¿te lo han dicho? - lo reté con nervios.

- Solo tú.

- ¡Deja de verme así! ¡Me pones nerviosa! - vociferé antes de procesar mis palabras y desvié la vista.

Cuando caí en cuenta de lo que había dicho era demasiado tarde, centré mi mirada en Cinco y una sonrisa burlona estaba dibujada en sus labios.

- ¿Te pongo nerviosa, TN?

- Ay por favor, no hagas esto, lo harás incomodo.

- Tu lo ocasionaste cuando me dijiste que te ponías nerviosa.

- Pero lo estás haciendo más incómodo con esa... Esa sonrisa.

- Antes te gustaba.

«Todavia»

Respondió mi conciencia.

- Pues ahora no. Así que deja de hacerlo - mentí.

Desvié la vista ocultando unas inmensas ganas de llorar. No sabía por qué. No quería mirarlo a los ojos y darme cuenta que al Cinco que yo recordaba no era el que estaba en estos momentos conmigo. Su mirada de mirarme era la misma, pues sus ojos me lo decían. Pero su manera de comportarse me decía otra cosa muy distinta.

Era hora de dejar el pasado atrás y adaptarme al presente, un horrible presente.

Sus dedos fueron ágiles en tomar mi barbilla y obligarme a mirarlo. Cerré los ojos sin las fuerzas suficientes para verlo a los ojos porque sabía perfectamente que al momento de abrirlos, las primeras lágrimas caerían.

- Mírame - pidió y yo negué.

- No puedo - hablé con voz temblorosa.

- Solo abre a los ojos.

- No. Porque no quiero extrañar algo que nunca me perteneció.

Ni siquiera sabía porque había dicho eso. Había algo oculto en mis palabras, pero no sabía que cosa era.

- Si lo hizo, pero no puedes recordarlo - su voz fue suave.

- No es cierto, tú ya no eres el de antes y tengo que aceptarlo.

Abrí por fin los ojos y la intensidad con la que me miraba me hizo estremecer.

- Sigo siendo el mismo. Nada a cambiado.

- No es cierto. Ya no eres el mismo del que me enamoré - confesé sin saber lo que decía.

Sus ojos entonces brillaron aún más después de esa confesión.

Se acercó un poco más a mi rostro y entre abrí los labios de la impresión, sintiendo ya su aliento chocar contra mis labios. Cuando estaba apunto de tocar sus labios, pasó de largo mi mejilla y se acercó a mi oído.

- Necesito que me liberes para poder estar juntos, TN.

- ¿Liberarte? ¿De qué hablas? - dije confundida y mi voz sonó en eco.

- ¡TN!

- ¡TN!

- ¡Despierta!

Abrí los ojos al tope y me senté en la cama con la respiración agitada.

- Fue un sueño - dije en tono bajo.

- Al fin despiertas - la voz de Klaus sonó a unos metros de mi.

- No fue real - no le presté atención a sus palabras.

- ¿Real?

Miré a mi hermano y sus cejas estabas hundidas.

- Soñé con... - detuve mis palabras y reconsideré en si decirle o no -. Que mis poderes volvían, se sintió tal real pero fue solo un sueño...

- Suele pasar. Yo un día soñé que iba al baño y me orine en los pantalones...

Dejé de escuchar sus palabras y me concentré en esa imagen.

Liberame.

¿De qué te tengo que liberar, Cinco?

¥

Nuevo Capítulo

Dí presente si llegaste al final

¿Cómo les parecío?

Nos vemos mañana

Los amo

Con amor, Esme

Memories Donde viven las historias. Descúbrelo ahora