10. El cuarto oscuro

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Abrí las puertas de la oficina y la vista de papá fue rápida en atraparme. Caminé a paso lento hacia su escritorio y me mantuve inmóvil cuando llegué.

- ¿Qué pasa, número nueve? - habló y despegó su vista de mi para posarla en sus hojas.

- Quería saber si podría organizar tu oficina - solté.

- No.

- Vamos, ya que me prohibiste los entrenamientos y misiones, al menos dejame hacer algo útil aquí - me encogí de hombros.

- Le ayudas a Grace, eso ya es útil - contradijo.

- Pero ya terminé y apenas son las 3 de la tarde. Solo déjame quitarle el polvo - insistí.

Me miró por fin y su mirada tenía escrita en letras negras y grandes un "No" por respuesta. Este viejo con el paso del tiempo se hizo más difícil de convencer.

- Muy bien, si es lo que quieres - cedió y grité internamente - Pero hazlo cuando yo no esté, me molesta la presencia de las personas.

- Claro.

Retrocedí y salí de su oficina. Lo primero que me recibió fue Klaus y Diego a unos metros de la puerta, esperando a que saliera.

Se acercaron a paso rápido y llegaron a mi con los nervios a flor de piel.

- ¿Resultó? - Diego preguntó nervioso.

- Si, esperaré a que papá deje la oficina para entrar a asear.

- ¿Asear? - cuestionó Klaus.

Nos alejamos un poco más.

- Era la única manera de que me dejara estar.

- ¿Por qué simplemente no entramos de noche, cuando todos estén dormidos? - Diego preguntó cómo si fuera una mejor idea.

Caminamos a mi habitación.

- Papá cierra con llave su oficina antes de irse a dormir - comenté.

- ¿Pero no sabes dónde la guarda?

- Oye solo lo acompañaba en la oficina, no en su habitación - solté.

Rieron y los tres entramos a mi habitación. Klaus tomó asiento en mi cama y Diego en la silla frente al escrito.

- ¿Y cuando saldrá de nuevo? - habló Klaus.

- En dos horas.

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- Vengan - les indiqué.

Abrí las puertas y ambos entraron detrás de mi. Diego cerró la puerta mientras yo me dirigía hacia el cajón donde tenía todos los registros.

Busqué y revolví varios papeles hasta encontrar los de nosotros. Los saqué del cajón y los coloqué sobre el escritorio mientras los esparcía cómo cartas de poker sobre la superficie.

- Aquí están - informé.

Ambos se acercaron a paso rápido mientras leían los nombres escritos en las carpetas.

- Ahí está el mío - Klaus señaló la cuarta carpeta.

- Y ahí el mío - Diego señaló la segunda.

Algo andaba mal, solo había ocho carpetas, y la última era la mía. Al menos agradecía que en sus archivos yo siguiera siendo número ocho.

- No está Dalia - comentó Diego.

- ¿Por qué no está ella aquí? - preguntó Klaus desconcertado.

- No lo sé.

Tomé las carpetas y las volví a colocar en su lugar anterior.

Me pasé las manos por el cabello, estresada. No había salido como esperaba. ¿Por qué Dalia no tenía archivo? Esto se complicaba cada vez más.

No es posible que el viejo le haya dado un lugar especial a ella, dónde guarda sus cosas y toda esa mierda.

No sé, tal vez lo guarda en un lugar secreto, oscuro....

Oscuro.

Las palabras de Cinco llegaron a mi mente.

- Lo tengo - solté y me giré hacia ellos -. Cinco mencionó algo sobre buscar en un lugar oscuro, dónde nadie entra más que una persona. Dijo que ahí encontraría lo que busco.

- ¿Le creeremos a Cinco? - Diego cuestionó.

- Si, ¿le creeremos al novio de Cruella? Tal vez es una trampa - Klaus lo apoyó.

- Ellos no saben nada de esto. Yo creo que Cinco solo nos dió una pista.

- Si así fuera, piensen. ¿Dónde es ese lugar oscuro?

Nos quedamos en silencio hasta que Klaus nos miró sorprendido.

- Lo tengo. La habitación de Luther, ese cuarto huele muy mal y solo una persona entra, él - comentó.

- Pero no es oscuro, tonto - Diego le reclamó.

- Es difícil, ¿no te dijo algo más? - me preguntó mi hermanito.

- Dijo que era el lugar donde él y yo escondíamos tus juguetes de niños - dije -. El punto es que no recuerdo nada de eso.

- ¡Ese cuarto! - exclamó -. Es la última habitación del último piso de la academia.

- ¿Seguro?

- Claro, ahí solo iban Cinco y TN para esconderme mis juguetes. Luego cuando crecimos, ese lugar perdió luz y a todos les dió miedo ir. Solo papá va a ese lugar - contestó Klaus.

- Hay algo ahí, si papá oculta cosas ahí, deben ser muy importantes.

- Lo tenemos. El archivo de Dalia no está en su oficina - habló Diego.

- Porque lo oculta en el cuarto oscuro.

- Porque lo oculta en el cuarto oscuro.

Klaus y yo dijimos al unisono.

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Con amor, Esme

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