23. Por siempre

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TN

- Pogo - lo llamé cuando lo ví pasar a unos metros de mi.

Se detuvo y giró para verme, yo corrí hacia él y cuando estuve frente al simio me detuve.

- ¿Qué es lo que pasa, señorita? - preguntó formalmente.

- Estuve buscando entre mi habitación un objeto valioso para mi pero no lo encontré en ningún lugar - expliqué -. ¿Sabes si mis cosas las pusieron en cajas cuando hicieron el cambio de habitación?

Pogo dejó de mirarme para centrar su vista en algún punto fijo mientras trataba de recordar.

- Que yo recuerde todas sus cosas las dejaron en la nueva habitación cuando llegó Dalia a esta casa, señorita - respondió cortésmente.

- Tal vez no todas las cosas. ¿No sabes si papá las dejó en algún lugar? - insistí.

- A lo mejor las llevó al ático o al sótano, no sabría decirle, número nueve - y ese nombre me picó en la cabeza.

- Vamos, Pogo. Tu sabes que no soy número nueve. Soy Ocho - gruñí.

- Su padre a sido muy claro con eso, la señorita Dalia ahora es número Ocho y usted...

- Pogo, no siempre tienes que seguir las órdenes de papá - confesé con voz baja.

- Le debo mucho a su padre jovencita.

- Pero tú y yo somos amigos, ¿no? - solté en tono aniñado -. Esto quedará entre tu y yo.

Sonrió y asintió con la cabeza.

- Claro que si, señorita Ocho - respondió gentilmente.

- Te adoro Pogo - fue lo último que dije antes de alejarme y retomar mi camina hacia el sótano, sería el primer lugar donde buscaría.

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Seguia con la linterna en el suelo mientras rebuscaba en cada caja que veía. Quería encontrar ese brazalete, necesitaba encontrarlo.

Cuando deslice una caja hacia un lado, mi vista captó mi nombre escrito en una caja con mucho polvo en cima.

La atraje hacia mi y la abrí, el polvo saliendo expulsado por el impacto y en reacción voltee a la cara y comencé a toser.

Cuando me calmé volví la vista a la caja y tomé la linterna para alumbrar en el interior de esta.

Había muchas cosas, cómo cuadernos, muñecos y libros. Pero a la vista no logré identificar el brazalete.

- ¿Que haces?

- ¡¡¡AHHHHHHH!!! - grité como nunca y me giré rápidamente para mirar al culpable de mi casi posible infarto.

Cinco me miraba de pie y con las manos en las bolsas de sus shorts.

- ¿¡Qué mierda te pasa!? Pudiste matarme de un susto - le reclamé.

- Escuché ruidos y quise ver quien los provocaba - explicó relajado y tomó asiento frente a mi, al otro extremo de la caja -. ¿Qué haces?

- Busco mis cosas. Papá no dejó todas cuando hizo el cambio de habitación - solté hosca.

- Genial, te ayudo, ¿buscas algo en particular?

Entonces lo miré.

No sabía si decirle o callarme, fue cuando voltee a ver su muñeca expuesta y noté que no tenía nada, estaba totalmente sola.

-Un brazalete.

- Debe de ser muy importante para ti supongo.

- Ahora lo es.

Su mirada estaba relajada o emocionada no lo sabía, pero no me miraba con odio, ahora no lo hacía como otras veces y eso me ponía a pensar.

- ¿Dalia está dormida? - pregunté para sacarme de dudas.

- No. ¿Por qué preguntas? - dijo risueño.

- Por nada. Solo era curiosidad.

Si Dalia no estaba dormida y si su poder aún seguía activo, ¿por qué me miraba así?

No le tomé importancia y comencé a rebuscar entre las cosas que estaban dentro de la caja, hasta que una pequeña cajita de madera llamó mi atención.

La saqué y la coloqué encima de mis piernas para poder apreciarla mejor.

- Toma - le tendí la linterna a Cinco y el comenzó a alumbrar hacia mi.

Sacudí la superficie con mi palma para quitar el poco polvo que la cubría.

La abrí y contenida varios hojas decoloradas por el paso del tiempo, hice hacia un lado con mis dedos las hojas y fue cuando contemplé el brazalete en el fondo.

Lo tomé entre mis dedos y lo saqué de la pequeña caja para poder observarlo de cerca.

- ¿Eso es lo que buscas? - preguntó Cinco y la luz llegó a mi cara creandome una mueca, cuando lo notó la quitó de mi vista -. Lo siento.

- Si, es lo busco - dije sin mirarlo, un poco segada por la luz de hace unos segundos.

- ¿Por qué te importa tanto? - volvió a preguntar.

- Es algo que no recordaba que tenía antes del accidente. Ahora que sé lo que significa es algo importante - respondí.

- ¿Quien te lo dió? - preguntó por tercera vez algo interesado.

Tarde en responder porque toda mi atención la tenía puesta en el objeto de mi mano, giré el dije y leí lo que tenía escrito.

«Tn y Cinco por siempre»

Sentí un nudo en la garganta y volví a mirar a Cinco.

- No lo recuerdo - mentí -, solo sé que alguien me lo regaló, como una promesa.

Su rostro se relajó y mostró una mirada decaída.

- Ya encontré lo que buscaba podemos irnos - hablé rápidamente y coloqué el brazalete dentro de la caja antes de cerrarla.

Me puse de pie y sacudí mi uniforme para quitar el polvo que se haya podido pegar en él. Cinco copió mi acción y ambos caminamos hacia la salida.

Mientras subíamos las escaleras hacia la primera planta, sentía a Cinco un poco decaído, o tal vez el poder de Dalia ya había vuelto a parecer y Cinco otra vez me odiaba.

Antes de llegar a la puerta principal, Cinco me detuvo tomándome del brazo, retrocedí y ambos quedamos en el pasillo.

- ¿Qué pasó? - cuestioné.

- Solo quiero que sepas....

Las palabras de Cinco quedaron a la mitad cuando ambos percatamos la presencia de Dalia a unos metros de nosotros.

Obligué a Cinco a esconderse entre uno de los espacios que estaban en el pasillo y caminé hacia la sala principal.

Fue cuando me topé con ella.

Solo le lancé una mirada de pocos amigos y la pasé de largo continuando con mi camino.

La duda crecía dentro de mi por saber lo que Cinco quería decirme.

Pero la victoria estaba en mis manos por encontrar lo que tanto anhelaba.

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Nuevo capítuloooo

Dí presente si llegaste hasta aquí

¿Cómo les pareció?

Está cerca el final

Los amo.

Con amor, Esme

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