5. El retrato

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Había pasado una semana entera en la cual la única interacción que había tenido solo era con Diego y Klaus. Luther de vez en cuando me saludaba y daba los buenos días, en cambio Allison es una historia completamente diferente, pues sus insultos y la falta de comunicación me desconcertaba.

Vanya y Ben parecían contentos por mi regreso pero no tanto, después de esa amistosa bienvenida que Vanya me había hecho, su comportamiento cambio, y lo noté cuando fuí a su habitación a hablar sobre la música y me alejó, ni siquiera me dejó pasar a su habitación.

Y Cinco....

Bueno el me evita en pocas palabras, las únicas miradas eran en las comidas, ya que los entrenamientos para mí estaban cancelados por el momento. Y las palabras, a lo máximo que logro llegar con él es a tres.

Quería de vuelta a mi mejor amigo.

- ¿Se puede? - la voz de Diego se escuchó al interior del cuarto.

Levanté la mirada y lo contemplé frente a la puerta.

- Ya estás adentro - bromeé -. ¿Que se te ofrece?

Caminó hasta mi y se sentó en la cama a un lado de mi. .

- Quería ver si querías hacer algo.

- ¿Cómo qué? - pregunté un poco intrigada por su idea.

- Lo que sea - se encogió de hombros.

- ¿Te gustaría pintar? - sugerí sin muchas ganas de salir de la academia o de mi habitación.

- ¿Me enseñarás? - cuestionó.

- Claro.

- Acepto.

- Ven - con cuidado me puse pie y caminé a mi escritorio, era amplio y un poco inclinado para poder poner las hojas y plasmar tu talento en ellas -. Siéntate - dí leves golpes al banco a lado de mi.

Diego obedeció y después me miró sin saber que hacer. Saqué del cajón las hojas especiales y le tendí una, él la tomó y la colocó sobre el escritorio. Extraje una para mí y la posicione igual que mi hermano. Lo siguiente que hice fue sacar los lápices.

- Es fácil, solo relaja la mano y trata de hacer los trazos relajados, no duros - expliqué.

- Relajados, no duros. Entendido - repitió y asintió - ¿Ahora qué?

- Solo dibuja lo que quieras, si te sirve de ayuda has algo que te guste mucho, expresa tus sentimientos en la hoja - le sonreí.

Apretó los labios, simulando que pensaba. Posó su vista en mi y decidido volvió a asentir. Se giró en el banco y comenzó su dibujo.

Dejé de mirarlo y me centré en mi hoja, no sabía que hacer, una imagen se me vino a la mente, una mujer, no sabía dónde la había visto, tal vez en uno que otro sueño de los pocos que tuve mientras estaba en coma.

Comencé dibujando trazos para hacer su rostro exactamente a cómo lo imaginaba, a cómo mi mente lo veía. Sus labios eran delgado y sus ojos un poco más abiertos de lo normal. Su pelo era largo y liso, el color aún era desconocido.

Sus facciones eran delgadas y la nariz un poco con el tabique marcado, tenía leves ojeras bajo sus ojos y una leve cicatriz en la parte superior derecha de su frente.

Pasaron varios minutos o horas, no supe cuánto tiempo exactamente pasamos Diego y yo dibujando. Cuando terminé dejé el lápiz en el borde y giré mi cuello para mirar a mi hermano, su vista ya estaba puesta en mi con una sonrisa en sus labios.

- ¿Cuánto tiempo llevas así? - pregunté.

- Varios minutos. Estabas tan concentrada en tu dibujo que nunca notaste mi mirada - rió.

- Lo siento, cuando estoy inspirada no hay quien me detenga.

- Y espero que jamás lo hagan.

El tono que teñía su voz me dejó sin habla. Pasaron varios segundos para que reaccionara y poder formular alguna frase.

- ¿Qué hiciste? - cambié de tema y me estiré un poco solo para poder apreciar su dibujo.

Era un rostro igual que el mío, solo que el de él era un pésimo intento de retrato, pues Diego no era aún profesional y los trazos eran delgados pero un poco raros.

- ¿Quien es? - cuestioné al no encontrarle pareció a alguien.

- Tú.

«¿Tan fea estoy?» Mi conciencia reprochó pero me contuve para no decir eso.

- Un poco más de práctica y te saldrá igualito a mi, te lo aseguro - palmee levemente su hombro.

- Si, supongo que si - dijo decaído.

- Oye, mi cuadro lo ví colgado en el balcón del segundo piso - solté.

- Si, Cinco convenció a papá de colgarlo en ese lugar en específico - respondió.

- ¿Cinco?

- Si, fue dos meses después de que quedarás en coma - contestó -. Según él, ese lugar tenía algo especial.

Dejé de ponerle atención y mi mente viajo a otro mundo. No recordaba nada con Cinco que involucrara ese lugar en específico. Ni siquiera un chiste, un regalo o un golpe, nada.

- Que raro, no recuerdo - dije extrañada.

- ¿Que hiciste tú? - preguntó y su mirada se posó en mi hoja - ¿Quién es ella?

- Es una chica que llegó a mi mente hace rato, no recuerdo dónde la ví - respondí.

- Lo bueno, por un momento pensé que habías dibujado a Dalia - soltó con hastío.

- ¿Por qué pensaste eso? - miré mi hoja y me centré mejor en el dibujo.

- Por esa raya qué dibujaste en su frente - señaló la cicatriz con su dedo índice -. Recuerdo habérsela visto un par de veces.

Mi respiración se volvió agitada y mi corazón se aceleró, no tenía ningún parecido a Dalia, ni siquiera los ojos eran iguales a los de ella, los labios, si un poco, al igual que el pelo, pero todo lo demás no se parecía en nada a ella.

¿A quién mierda dibujaste, TN?

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Con amor, Esme

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