La historia de Dios y del Hombre está llegando a su fin. Cuando el apocalipsis cubre toda la tierra, las maravillas tanto divinas como mortales son manchadas por las marcas del inframundo. El mundo se sume en guerra, caos, penurias e incertidumbre.
...
En una solitaria y oscurecida galería de la Mansión de los Chicomecoátl, Skalmöld e Iris esperan entre la paciencia y la impaciencia. Llevan horas esperando sentadas en los muebles o caminando de un lado a otro. En un momento dado ambas miran por los ventanales y las cortinas de los porches y divisan a lo lejos el lejano punto negro de una camioneta conducir por los serpentinos senderos en dirección a la finca. La valquiria y la ex-diosa se miran la una a la otra, sus ojos llenos de expectación y temor.
Bajan por las anchas escalinatas y atraviesan los grandes zaguanes acompañadas de los sirvientes aztecas y mayas. Caminan por la plaza de suelo adoquinado, siendo recibidas por un firmamento algo atiborrado de nubarrones pero que, poco a poco, dan paso a los rayos del sol. El vehículo que ven a lo lejos es una furgoneta de casi dos metros de alto, con forma de caja al estilo militar y hecha de hierro negro con luces de neón, indicando que se trata de una camioneta de pretorianos. El camión militar gira alrededor de la rotonda, dando un semicírculo hasta detenerse en la acera.
