La historia de Dios y del Hombre está llegando a su fin. Cuando el apocalipsis cubre toda la tierra, las maravillas tanto divinas como mortales son manchadas por las marcas del inframundo. El mundo se sume en guerra, caos, penurias e incertidumbre.
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Xipe Tótec se queda viendo con gran perplejidad a Edain luego de recibir el poderoso puntapié de este que le consigue romper el labio y sacarle sangre por sus fosas nasales. El dolor en su pecho que siente por el filo de la espada enzarzada en él le genera un extasis encolerizado que hierve la sangre del Dios Desollado.
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Edain cuchichea risitas atrevidas y esboza una sonrisa con filas de colmillos.
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Xipe intenta arremeter contra Insanus con una estocada de Chicahuaztli, su rostro deformándose de la pura rabia que lo domina. Edain golpea el brazo del azteca con una severa patada, para después apresar su muñeca enroscando una de sus cadenas negras. Edain entonces ilumina sus ojos, aprieta los dientes y dispara contra Tótec los rayos caloríficos de Deimos con el objetivo de explotarle la cabeza. No obstante, el Dios Desollado logra esquivarlo desviando la cabeza, y los Rayos de Deimos se abalanzan contra un edificio, cortándolo en dos.
