Capítulo 10

4.7K 637 33
                                    


Takemichi sabe que necesita comenzar a hacerle preguntas a Manjiro, pero está muy agotado, física y mentalmente, en su cabeza siguen reproduciéndose las imágenes de todas esas pobres personas torturadas y asesinadas por las mismas personas que están en el coche con él. Con un suspiro, se cruza de brazos y mira por la ventana, no queriendo hablar en estos momentos.

Lo peor de todo este asunto es que ya se lo había planteado, la extrañeza de Manjiro al no hablarle de él, las dudas de seguir adelante en su extraña relación pese a no saber nada de él, el no conocer o saber nada de la persona con la que te has estado besando como un adolescente en su sofá.

—Takemitchy-

—No quiero hablar ahora, solo quiero ir a casa. —Murmura Takemichi, cortando lo que sea que Manjiro fuese a decirle. Ha sonado bastante afectado, y eso le rompe el corazón al propio Takemichi, pero ahora mismo necesita pensar con claridad y no verse influenciado por la carita triste que tiene a su lado. —Sigo viendo en mi cabeza todas esas fotografías de las torturas, los asesinatos... Yo... No puedo mirarte a la cara porque todo lo que veo, son esos cuerpos.

El resto del viaje ocurre en el mismo silencio tenso que desde que ha entrado en el coche negro, con Manjiro mirándolo fijamente, con él esquivando esa intensa mirada, y evitando también los ojos que lo observan desde el retrovisor, tanto los de Kaku-chan como los de Sanzu.

Sigue sin creerse que esté rodeado de la infame y peligrosa Bonten, sigue sin creerse que Manjiro sea el líder de los hombres más peligrosos que hay por las calles de Tokio en estos mismos instantes.

Con su mirada fija en el cristal, Takemichi espera que este silencio se mantenga hasta llegar a los apartamentos, pero parece que no tiene mucha suerte.

—Takemitchy, no me odies, por favor. —La voz monótona de Manjiro parece tener un deje de ansiedad y tristeza, y eso le rompe el corazón, pero no puede simplemente ignorar lo que sabe ahora. —Takemitchy...

—No puedo. No ahora. —Sintiéndose ansioso y con cada vez menos aire, decide aprovechar la pausa en el semáforo para salir corriendo del coche y mezclarse con los transeúntes que invaden la calle.

Takemichi no se avergüenza de admitir que corre lo más rápido posible que puede hasta que siente que sus pulmones van a colapsar, no es bueno correr cuando un ataque de ansiedad dificulta tanto la respiración como la vista, ya que los bordes se están tornando borrosos.

—Mierda. —Jadea Takemichi y se apoya contra la pared del callejón, abrazando sus rodillas para intentar pasar desapercibido mientras intenta controlar su propia respiración. Ni si quiera se da cuenta de lo que ocurre a su alrededor, hasta que unos cálidos y conocidos brazos lo rodean, tirando de él hacia un pecho lo mantiene unido y lo ayuda con el ataque.

—Eso es, escucha mi corazón, sigue el ritmo de mi respiración. —La monótona voz de Manjiro es muy suave y dulce ahora mismo, y Takemichi quiere mantenerla para siempre en sus oídos. Aprieta su puño en la camiseta negra y sigue trabajando en volver a la normalidad. Es entonces cuando se da cuenta de que Manjiro sigue hablando. —Sé que apestan, yo comencé con los ataques de ansiedad cuando mi hermano Shinichiro murió, pero empeoraron cuando mis otros dos hermanos, Izana y Emma, también fallecieron.

Takemichi parpadea confundido, ¿Manjiro está hablando de si mismo? ¿Sobre su vida y sobre su familia? Levanta la cabeza y mira esos hermosos ojos negros con cautela, sin esperarse ver una mirada triste y dulce que lo observa con cuidado de vuelta.

—Sé que mi trabajo te da miedo, sé lo que somos, por eso no quería decirte nada hasta que pasase más tiempo y hubiera más confianza. Quería decírtelo, pero a su tiempo. Ese maldito detective se adelantó y casi te pierdo. No huyas de mí, por favor. —Manjiro lo vuelve a abrazar con cuidado y besa su cabeza con cariño. —Si necesitas tiempo, te lo daré, pero necesito saber que estás a salvo, y si huyes así, no puedo cuidarte.

—Cuando esté preparado, ¿contestarás a mis preguntas? —Takemichi se estremece un poco ante la inseguridad que tiñe su pregunta, pero cuando Manjiro asiente, se permite relajarse un poco en los brazos que aún lo mantienen. —Bien.

Takemichi y Manjiro se levantan del suelo al mismo tiempo, aún abrazados, luego se encaminan hacia el coche que los espera a la entrada del callejón y Sanzu les abre la puerta, ambos entran y Kaku-chan se vuelve a encaminar hacia los apartamentos.

En el asiento trasero, Takemichi se desliza en el regazo de Manjiro y se permite tener este momento donde ambos se queden abrazados y en silencio, sintiendo el aroma del peliblanco y su mano aferrada con fuerza a la del pelinegro.

Takemichi sonríe con tristeza cuando llegan a casa, besa suavemente la mejilla de Manjiro y sale del coche, yendo solo hacia los ascensores.

No sabe porqué se siente como una despedida, pero entiende que necesita tiempo para pensar en el día de hoy, en Manjiro y poder aclarar sus ideas, por lo que no sabe cuanto tiempo pasará hasta que lo vea de nuevo.

SENSEI TAKEMICHI & BONTEN MIKEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora