Capitulo 9: Pequeño ángel

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Palmeo mis pómulos buscando que su color natural nutra esa área de mi rostro, paseo mi dedo índice por mis ojeras. He hecho todo lo posible por ocultarlas con maquillaje, digamos que llorar durante dos noches seguidas no ha sido de mucha ayuda. He meditado sobre los posibles escenarios y aunque no me agrade he llegado a una conclusión. He tomado una decisión, una que no termina de convencerme. Ahora solo me queda luchar y hacer todo lo posible por no dejarme llevar por el temor. Ha pasado solo un día desde la última que vez que Blake fue a la agencia, ya es jueves y desde entonces no he tenido ni un momento de tranquilidad, el hombre no se ha hecho presente. No se cuales sean sus planes ni cuál será su siguiente paso, pero algo me dice que debo actuar rápido.

Me muevo fuera del baño directo a mi escritorio, marco la extensión de recepción con los nervios carcomiéndome.

¿Lo tienes?

Si..., me costó conseguirlo pero si lo hice, ¿está segura que es buena idea señorita?

No tengo otra opción Fiorella, y nuevamente te pido discreción. No quiero que ni Franco ni Enzo se enteren.

Como diga.

En cuanto la rubia italiana me dicta el número de habitación toco tierra, ¿en serio voy a hacerlo? Cuando cuelgo pienso una vez más en las palabras que ensayé durante la mañana y respiro queriendo tomarlo de la manera más tranquila posible. Solo hacen falta tres repiques para que mi corazón se paralice.

―Buenos días... ―escucho su voz, esa voz que por mucho tiempo llego a descolocarme ahora produce en mi un efecto contrario. Es rabia lo que siento, es la memoria del dolor el que atraviesa mi mente―. Habla Blake Campbell, ¿en que lo puedo ayudarle?

Parpadeo perdida antes de reaccionar―. Campbell, soy Brittany Caruso.

Basta que responda y mencione mi nombre para que la línea se sumerja en un profundo silencio. Siento como la tensión va en aumento, escucho solo su respiración, ese solo sonido me transporta a una época de mi vida en la que tal acto prevenía una montaña rusa de emociones. Mi piel se eriza ¿No tiene pensado contestarme?

―Britt... ―finalmente susurra―. Yo... no esperaba tu llamada.

―Sí, yo tampoco esperaba llamarte pero la situación lo amerita, necesitamos hablar y no puede ser por teléfono ―hablo con toda la confianza y seguridad― ¿Crees que podamos vernos mañana?

―Ah... claro ―balbucea―. Yo podría ir a Caruso...

―No ―lo interrumpo removiéndome en mi asiento―. Yo puedo ir a verte a donde sea que te estés quedando.

―¿Estas segura?

―Sí, ¿sobre las nueve de la mañana te parece bien?

―Como quieras Brittany ―rápido me da la dirección, el piso y el número de habitación. Le aseguro que estaré allí puntual y cuelgo sin darle tiempo de decir algo más.

¡Dios! El ardor en mi sentir se hace cada vez más profundo, es apabullante y abrumador. Mi cuerpo se estremece de solo imaginar nuestro encuentro mañana, ¿Cómo se supone que deba actuar? Todo de él me enfurece, sus ojos, su cabello, su manera de moverse y su voz. Este último año he trabajo en mi autocontrol y en la mejor manera de no darle paso a mis arrebatos adolescentes, pero ese hombre... ¡Joder! Ese hombre saca lo peor de mí. No estoy segura de poder manejar la situación con la madurez requerida, mas sabiendo que no iré sola a ese lugar.

Respiro con pesadez y dejo mis ojos clavados en el ordenador, por más planes que tenga mañana también tengo mucho trabajo que hacer. Me aferro a ello y dejo que el resto del día siga su curso negándome a pensar demasiado en lo que sea que suceda con Campbell en cuanto nos encontremos.

Calm (Libro II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora