Capitulo 13: Guerra de celos

862 117 58
                                    

Camino sin detenerme dejando al ojos verdes y al abogado atrás. Mi pensamiento solo se concentra en los Rinaldi, esos soberbios seguramente vinieron a dar problemas. Tal y como lo afirmó Fiorella no están nada contentos con la decisión de mi hermano y para ser honesta no me sorprende en lo absoluto.

―Britt ―apenas y noto la sorpresa de Franco.

Observo con detenimiento a los hombres de ojos marrones y expresión diferente. Lucen trajes bien alisados en color gris y azul marino.

Espero no interrumpir.

Tu nunca interrumpes ―Victorio me mira con insinuación―. Aquí todo está en calma, solo necesitábamos hablar con tu hermano.

No parecía hace un momento cuando los escuché exaltados ―me acerco aún más a mi hermano con los brazos cruzados― ¿Puedo saber qué es lo que realmente sucede?

Tu hermano no mantuvo su palabra ―Héctor, el gemelo más arrogante recrimina.

Hasta donde sé, ningún documento se firmó. Eso debería de responder a tu pregunta.

Aun así merecemos una explicación, no entiendo como de la noche a la mañana pudo aparecer alguien capaz de invertir en esta agencia decadente.

¿Y por qué no? Después de todo ustedes también quieren quedarse con la agencia, y de estar en decadencia no le veo sentido a su insistencia.

Tan valiente y osada como siempre ―el menor de los Rinaldi sonríe abrazándose a si mimo. Héctor por otro lado no hace otra cosa que verme con desagrado―. Me gusta.

No es momento para coqueteos Victorio ―reclama su hermano―, exijo ahora que me digan de quien se trata. Quiero saber si después de oír lo que tengo que decir todavía piensa en invertir aquí.

¿Es una amenaza Héctor? ―pregunta Franco tan obstinado como yo―. No toleraré este tipo de intimidaciones. Cancelé nuestra reunión con dos días de antelación, y tal y como lo dijo Brittany, nada se firmó. No tengo porque explicarles absolutamente nada.

Héctor bufa con molestia frotando una y otra vez su barbilla, nos da la espalda negando con la cabeza sin parar.

¡Este comportamiento es ridículo! ¡Es jodidamente ridículo! ―el hombre se exalta.

Ridículo es este escándalo en mi oficina, podre haber perdido clientes Héctor pero no mi credibilidad, y si lo quiero, puedo mandarte a echar de mi agencia.

No me hagas reír ―el hombre se acerca peligrosamente a mi hermano―, si alguno de tus empleados miserables me toca un solo cabello...

¿Que harás?

Tengo el poder para hundirte Franco ―asegura―, lo sabes muy bien.

No te tengo miedo, lo creas o no mi agencia saldrá a flote y no tengo porque darte explicaciones de quien es la persona responsable de eso.

No veo el problema ―intervengo sonriendo vilmente. Mi hermano me mira con ojos muy abiertos mientras el Rinaldi mayor clava en mí su mirada intrigada―. Si quieren saber de quién se trata yo misma se los diré. El hombre, o más bien el empresario que decidió invertir en Caruso Agency: es americano. Un hotelero muy poderoso.

Un imbécil diría yo, hace falta estar loco como para...

Puedo saber si todo está bien por aquí ―de pronto ese hombre de ojos verde Kelly y voz profunda que tanto conozco, entra a la oficina sin tocar.

Calm (Libro II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora