Capitulo 14: El inicio de un juego peligroso

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La luna se asoma en el cielo nocturno, el silencio arropa la atmosfera que me rodea mientras mi cabeza no deja de meditar. Continuo flotando sobre mis lagunas mentales y los miles de escenarios que se desenvuelven en mis pensamientos cada que pienso en mi hermano.

No quiero ningún escándalo hoy, no quiero ningún escándalo hoy―me digo repetidas veces pidiéndole a Dios por la prudencia de Franco, y es que cuando le comenté que Victorio se había ofrecido a llevarme a la celebración de esta noche se enfureció. Por fortuna no le di tiempo de reclamarme más y me encerré en mi habitación con mi hija, pero estoy segura que no lo dejará pasar. Ahora que ya casi es momento de irse estoy segura que algo me dirá, sobre todo porque al final Enzo se decidió acompañarlo y ambos por supuesto comparten ese desagrado por los gemelos.

Escucho las escaleras, mi cuerpo se tensa. No me atrevo a volverme y encararlo todavía ¡Joder! Entiendo que estoy arriesgándome demasiado, comprendo que es la primera vez que accedo ante la petición de alguno de los gemelos petulantes pero no es para tanto. Mi objetivo es conocer a la perfección sus intenciones y las de Héctor ahora que conocieron a Campbell. Con el nuevo proyecto en marcha seguramente tendrán los ojos puestos en cada movimiento, por esa razón es vital que use mis herramientas.

―¿Aun no llega? ―mi cuñada se acerca.

Quedo alucinada al verla envuelta en un vestido vinotinto con escote cruzado. Su cabello está diferente a las veces anteriores debido a las ondas con las que ha decidido peinarlo.

―No, imagino que no debe de tardar ―respondo―. Estás bellísima, luces hermosa con el embarazo.

―Oh, gracias ―sonríe―. Tú también estás preciosa.

Inmediatamente le doy un vistazo al vestido dorado de pierna descubierta con pliegue en la cadera y mangas de hombro que llevo puesto. Le devuelvo el gesto de agradecimiento antes de volverme hacia Franco y Enzo. Ambos me miran mientras cuchichean sin disimular, enarco mi ceja curiosa, miro a mi cuñada quien me ve apenada y finalmente me decido a hablar.

―¿Qué tanto cuchichean?

Ambos se remueven incomodos.

―Yo..., no sé si esperar a que vengan por ti o...

―Si lo que quieren es irse hermano, háganlo ―garantizo―. Victorio no debe tardar, los alcanzaré más tarde, aún es temprano.

―Como me gustaría que no llegara ―resopla Enzo.

―Ya somos dos ―replica mi hermano.

―Que linda forma de demostrar su preocupación ―digo con recelo caminando fuera de su alcance.

Niego sin parar sintiendo la obstinación recorrer mis huesos. No soporto que Enzo esté tan a la defensiva y más aún que arrastre a mi hermano con él. Es absurdo verlos de esta forma. Solamente es una cita, una cita inofensiva en la cual no pretendo darle paso a algún comportamiento inadecuado por parte de Victorio, es más, ni siquiera tengo pensado estar toda la noche con él.

Pronto organizaremos un evento social, y este tendrá como finalidad mostrarle a la prensa y a nuestros allegados la asociación con Campbell'hotels. Si permito que los Rinaldi arruinen dicho evento tales resultados tendrían repercusión en las ganancias del negocio ¿Acaso soy la única que piensa en esa posibilidad? Ya antes han metido sus manos sucias en nuestras campañas, y esta vez no sería la excepción.

Me recuesto en uno de los ventanales más grandes, de pronto noto como alguien se acerca a mí.

―Lo siento ―me vuelvo solo para ver los ojos claros de Enzo, cruzo mis brazos sin dejar de lado mi mirada irritada―. En serio lo lamento, no pretendo ser un imbécil contigo, tampoco espero que creas que lo hago apropósito, pero sabes bien que opino de los Rinaldi y peor aun lo que opino sobre Campbell. Brittany, puedes ir con cualquier hombre que te plazca y aun así decides ir con Victorio. Ese hombre solo conoce el juego sucio y te mira solo como diversión.

Calm (Libro II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora