Capitulo 16: Dramas

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Parpadeo durante varios segundos aun aturdida por sus palabras "No besé a Irina porque quería, la besé porque en ese momento creí que habías tenido una hija con otro sujeto que no era yo" ¿Qué carajos significa eso? ¿Cree que basta con esa sola explicación? Simplemente no puedo quedarme tranquila sabiendo que al parecer si mantuvo algo con ella ¿Creyó que me había acostado con otro hombre? ¿Pero qué diablos le sucede? Es un imbécil y un bruto por pensar así de mí, y mucho más por tapar su fachada de casanova con esa patética excusa. Se me revuelve el estómago, mi pecho duele de solo imaginarlo en brazos de aquella zorra ¿Cuál será su próxima excusa? ¿La embaracé pero ella me obligó?

No, esa sola idea ocasiona que me convierta en una bola en llamas. Estoy jodidamente enojada, confundida y ansiosa por salir de aquí. El aire comienza a faltarme, ¿un ataque de ansiedad? ¡Ni hablar!

―Eso no cambia nada.

Me deshago de su agarre saliendo del auto. El hombre no se rinde, sale por la puerta del piloto alcanzándome en segundos.

―Por favor, me gustaría que habláramos al respecto y...

―No quiero hablar al respecto, ni de eso, ni de nada ―sentencio.

Saco a mi hija del vehículo con total cuidado a pesar de mi falta de buen humor. Camino a toda prisa con el sonido de mis tacones sobre mis oídos. Puedo percibir desde aquí al seductor seguirme desde atrás. Agradezco que durante el trayecto al consultorio no diga nada, es más, ni siquiera ha intentado acercarse y más le vale que siga así. De por sí ya me encontraba enojada por escuchar su afirmación ¡Joder! El que tocara nuevamente el tema solo consiguió ensanchar ese sentimiento arisco.

Admiro a la dulce Nicola mirarme desde su escritorio, corto la distancia que nos separa y respiro de alivio al llegar después de tantos inconvenientes.

Buenas tardes Nicola, lamento la tardanza pero tenía trabajo, ¿Matteo está ocupado?

No te preocupes cariño, aun no sale de su cita anterior. Toma asiento, estoy segura que no tardara, de igual manera le avisaré que ya llegaste.

Asiento, me vuelvo casi chocando con el cuerpo de Blake. Me mira con ojos grandes y su pecho sube y baja como si hubiera corrido un maratón ¿Y de que otra manera iba a verse sino hizo otra cosa que perseguirme por toda la clínica? Me aproximo a los asientos ignorando su presencia, recuesto a Sabina en mis piernas dejando su espalda chocar con mi pecho.

Nicola, me da una última sonrisa desde su sitio, me reitera que Matteo ya sabe que me encuentro aquí, y con eso observa completamente embobada al hombre de ojos verdes Kelly y traje elegante que toma asiento a mi lado. Para mi mala suerte no solo es ella, también hay dos mujeres frente a nosotros que no dejan de mirarlo, ni siquiera se toman la molestia de disimular.

¡Por Dios, señoras!

Ruedo mis ojos―típico―No me extraña para nada, y no me extraña porque por más enojada que esté con Blake debo reconocer que este último año ha mantenido esa belleza que tanto me envolvió en Londres, y no solo eso. Ahora su cuerpo está más fornido, sus brazos son más grandes que antes y sus músculos ¡Joder! esos músculos los sentí bajo mis dedos apenas hace dos días y vaya que ha sabido ejercitarse.

―¿Puedo cargar a mi hija?

Me vuelvo desafiante, admiro esa mirada de súplica y termino cediendo debido al pinchazo en mi cabeza ¡Carajo! ¿Por qué no disminuye el jodido dolor? Blake toma a mi pequeña entre sus brazos dejando su carita frente a la suya. Sabina lo ve curiosa, sonríe tiernamente balbuceando cosas sin sentido. Basta eso para que mi enojo se disipe, el seductor le sonríe de vuelta haciéndole morisquetas, aprieto mis labios ocultando una sonrisa mientras me distraigo observando como las manos de mi pequeña se van a la cara de su padre, lo pincha sujetando su nariz y lo hace sin contenerse. Balbucea y lo hace tan duro que mis mejillas llegan a enrojecerse.

Calm (Libro II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora