5: Desastre en Londres

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La luna aún seguía en el cielo, casi a punto de desaparecer, pero guiando a aquel avión de carga con destino a un país de la Unión Europea y que la pareja de trabajo desconocía

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La luna aún seguía en el cielo, casi a punto de desaparecer, pero guiando a aquel avión de carga con destino a un país de la Unión Europea y que la pareja de trabajo desconocía. El único dato importante es que sobrevolaría por Londres y específicamente en las coordenadas que el ángel exigió. Así que esperaban el momento exacto del cálculo para descender e ingresar a tierras inglesas como Hyun Bin pidió, totalmente invisible e ilegal, algo que alimentaba el apetito de diversión de Jimin.

El suelo temblaba en aquel gran armatoste debido a las turbulencias y cargado con carros de lujos, mientras que en un rincón de la cabina, una dúo yacía cómodamente. Jimin observaba su reloj, ansioso, lleva más de cuatro años sin pisar la cuidad donde vivió y se hizo de un nombre, también porque anhela respirar el aire que gobernó y comprobar qur tan pesado está. Si, nuestro Parki que no es Parki, realizó sus predicciones y Londres debe ser un completo desastre sin él o sin su combo. En lo que el de ojos esmeralda se debatía en su subconsciente, Namjoon trataba de retomar energía con una pequeña siesta, pero que por los temblores terminaba cabeceando y se le hacía imposible. En una de esas conocidas sacudidas de aviones, el cuerpo del moreno se inclinó sutilmente y su rostro paró en el hombro de Jimin.

«¡Rayos, qué susto!»

Se sobresaltó maldiciendo el rubio, no se lo esperaba y él no es muy amante del contacto físico. Si no es por la profesión donde debe aniquilar, o por los encuentros carnales donde se satisface, no permite que lo rocen. Sin embargo, por mucho que deseaba empujarlo, se cohibió cuando el agente seguía durmiendo tan pleno y sus labios estaban medio abiertos, expulsando pequeños ronquidos y eso lo dejó quieto, admirando la ternura del contrario y como su pelo lacio caía en su frente.

— Ay Namu, debes estar muy cansado —susurró en lo que lo acomodaba mejor y así se quedaron tranquilos por un tiempo—. Sabes, el mundo no te merece, yo no te merezco —masculló bajito y suspirando porque era verdad.

El ángel sabía, aunque lo disimulara, que su acompañante estaba empezando a tener sentimientos románticos con respecto a él y por muy cómodo que estuviera con su compañía, no podía corresponderle. Abrazados en este momento cálido, la voz del piloto se hizo presente e informaba que llegó la hora de descender. ¡Debían comenzar a preparar el equipo!.

Jimin no se hizo de rogar y ansioso espabiló a Namjoon, tienen unos cinco minutos para estar listo y están solos, sin ningún tipo de ayuda, y deben lanzarse de una aeronave que nunca tocará tierra. La adrenalina les recorrió y para ambos esto es excitante, por lo que el moreno no demoró en despertarse y ponerse de pie. Observó rápidamente la alerta de la estancia marcada en tonos rojos e intermitentes.

— ¡Llegó la hora Jimin! —expresó cómo si no se hubiera pasado más de la mitad del viaje dormitando y eso le hizo gracia al nombrado, pero no tenía tiempo que perder.

Por un minuto que perdieran, tenía la probabilidad de aterrizar a kilómetros del punto acordado y quien sabe donde.

— ¡Si capitán! —saludó en forma de burla— ahora ocúpese de buscar su equipo de paracaidista y asegurarlo bien, en tres minutos se deben abrir las compuertas y no nos debemos retrasar.

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