6: ¿¡Sueños!?

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No ha transcurrido una hora desde que Jimin y Namjoon abandonaron el sórdido club y caminaron por las calles adyacentes

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No ha transcurrido una hora desde que Jimin y Namjoon abandonaron el sórdido club y caminaron por las calles adyacentes. Con la acción de siempre mirar por detrás de sus espaldas con sigilo y cuidado. Un paso en falso y estaban acabados ya que aunque el rubio lo predijo y salieron victoriosos de aquella cueva, están en zona del enemigo y sumamente peligrosa. Parki ahora está seguro que la mayoría de aliados se han vendido al más fuerte, o él que simplemente le brinda la supuesta mejor vía para sobrevivir. Sí, porque tener de contrario a un tipo como el de ojos esmeralda, no es tan sencillo como piensan, pero tampoco es invencible y eso, Jimin, aunque crean que no, lo sabe. Por lo que tiene que ser muy preciso y completamente cuidadoso. Él conoce que un paso en falso y cae al precipicio.

La verdad, le da lo mismo caer que no caer, sin embargo, anhela que sus sueños perturbadores tengan una respuesta y asegurar a esos que dependen de él. Todavía no es el tiempo de descansar por mucho que busca la rendición.

La luna sigue en su máximo esplendor, los transeúntes los sobrepasan, con algunos rozándolos hombros con hombros a pesar de que el apogeo de la cuidad va cesando mientras más camina el reloj. Aún así, ninguno de los dos se detienen en máxima alerta, hasta llegar a su destino. Ambos doblan en un callejón, percibiendo con la vista la famosa calle del Abuelo y siguen. Un lugar concurrido, de bajo presupuesto presuntamente, con puestos particulares de comida cada un metro cuadrado, luces y aglomeraciones de personas en distintas ubicaciones. Ruidos de todos tipos, como los que salen de pequeños locales comerciales, como el autoparlante de los vehículos de los habitantes. Todo eso detallan los ojos negros de Namjoon, quien observa a sus alrededores, como un niño que mira a su juguete predilecto o que lo deslumbró al pasar frente a la repisa de una tienda. Mientras que Jimin, confiado, solo esquiva las miradas curiosas y busca su objetivo, el cual que no es otro que el restaurante más famoso del barrio y donde frecuentan los allegados de Boris.

Al final de la localidad, en una vía cerrada, se encuentra su destino y en los labios de Jimin se asoma una sonrisa, cuando sus lindos orbes detectan un auto conocido. Único en su especie, pues por más de que sea una máquina accesible a todo tipo de público, posee un motor creado a la medida de un genio de los autos y la mecánica automotriz como lo es Boris.

«¡Bingo, te tengo!, ¿o es qué simplemente comencé con el pie derecho?»

Pensaba él de cabellos dorados a pocos metros de la entrada y de cara con el extravagante carro, en lo que su brazo izquierdo ya frenaba a su acompañante.

—¡Aquí está Namu! —hizo una seña para que el pelinegro también vea lo mismo que él— Boris nunca abandona su auto, debe estar allá dentro así que prepárate porque aún mantengo mis dudas.

Namjoon terminó de escucharlo y simplemente se dignó a asentir, para luego revisar minuciosamente su arma y cargarla. Con antelación y para ser más exactos, el rubio le comentó minutos antes de zarpar y en aquella habitación de la base militar, que por mucho que Boris fuera de sus hombres más leales, él, Park Jimin, no se fía así como así y deben ser precavidos. Ninguno de los dos lo medita a la hora de activar sus sentidos y tomar todas las precauciones necesarias. Cuando todo estuvo listo, retomaron la trayectoria.

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