Halloween Memories [ᶠˡᵘᶠᶠᵗᵒᵇᵉʳ | ʲᵃʸʷᵒⁿ]

Day 2 6 - Cultivate the Garden

Hace mucho tiempo atrás, en una comunidad perdida hacia el sur de Asia, existió una gran aldea poblada de criaturas mágicas. Cada una de ellas habían estado de acuerdo con el acuerdo de no salir de la comunidad, puesto que los humanos siempre eran muy propensos a hacerles daño o utilizarlos como una especie de trofeos.

Aquel día era treinta y uno de Octubre, día en que celebraban la noche de los demonios, en la cual se disfrazaban ocultarse de los humanos que llegaban a vandalizar sus áreas verdes.

Al fondo de la aldea, casi llegando al bosque, había una bonita cabaña en la que vivían dos seres mágicos. El menor, llamado Jungwon, era un elfo de largas orejas puntiagudas y belleza inquebrantable. Era probablemente el ser más precioso que haya pisado la tierra. Con él vivía su pareja, un joven mago muy talentoso llamado Jongseong, con un desempeño casi perfecto en sus labores como hechicero.

A pesar de ser una unión que no era lo "normal" según lo establecido, todos el la aldea estaban de acuerdo en que aquellos dos eran la definición de ternura cuando estaban juntos. El mayor siempre estaba al cuidado de Jungwon, verificando que nada le pasara y resguardando su salud y bienestar. El elfo y el mago se amaban intensamente, de una manera tan profunda que no había mal en el mundo que pudiera acabar con aquel lazo.

—Wonie, ¿Listo para arreglar el jardín? —Inquirió Jay, acomodándose la larga túnica.

—Si por "arreglar el jardín" te refieres a poner trampas y bromas para los mortales que se acerquen, entonces sí. —Respondió, abrazando a su novio por detrás y dejando un besito en su hombro, que era a donde llegaba.

Ambos salieron tomados de la mano, con la cesta llena de semillas y pócimas que les servirían de mucho. Estaban justo al lado del bosque, lugar por el que solían infiltrarse los jóvenes y mocosos mortales en esas fechas del año. Jay sacó la varita de madera de sauce, con la que hizo un hechizo para abrir la barrera entre el gran Bosque Encantado y la aldea.

Jungwon, con un bastón, comenzó a abrir huecos en la tierra, donde poco a poco fue depositando semillas de diferentes flores, para que el mayor después los cerrara con ayuda de magia. Al terminar con la primera tarea, rociaron un poco de agua sobre los bultos, de donde lentamente empezaron a brotar los tallos que rápidamente se convertirían en flores del sueño, plantas que hacían adormecer a los humanos entrometidos.

Después, esparcieron semillas de fertilidad ilusoria, las cuales simulaban abundante pasto en todo el sector, cosa que no era así puesto que las hadas habían podado el césped hacía días para lo que la pareja haría. Luego plantaron un par de árboles que crecerían fuertes y sanos con el pasar de los años, pero tampoco eran comunes. Sus frutos parecían una especie de baya rosa, la cual llamaba mucho la atención por su vistosa forma. Pero realmente eran bayas de la memoria, frutas que te hacían olvidar por un par de días absolutamente todo, como si fueras un bebé recién nacido.

Decidieron que sería buena idea gastar todas las semillas en la noble tarea de adormecer a sus visitantes indeseados, así que siguieron con eso hasta que la bolsa quedó vacía y el sol se estaba ocultando.

—Querido, ya tenemos que volver a casa. Los mortales comenzarán a llegar en cualquier momento y no nos hemos disfrazado. —Comentó Jongseong, levantando las cosas para llevarlas a casa. Ambos ingresaron y dejaron las ropas sucias a un lado.

—¿Nos duchamos juntos? —Preguntó tímido Jungwon, sacándose los zapatos. No hubo ninguna respuesta, por lo que sus pálidas mejillas ardieron de vergüenza. Pero de pronto, fue cargado en los brazos de su amado novio, quien comenzó a caminar en dirección al baño.

—Por su puesto, mi querido elfo.

-Anne.