Day 2 5 - Make the Cupboard

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Aquel era un ventoso mediodía de Halloween en el que Jungwon y Jay habían salido al supermercado para llenar la alacena del departamento que recientemente habían rentado juntos. Ambos habían terminado la universidad y ya tenían más de seis años siendo pareja, se habían mudado a Estados Unidos y vivían juntos.

Habían sobrevivido una semana a base de pan, mermelada y ramen instantáneo; ya era hora de hacer la alacena. Era un domingo en el que ambos chicos simplemente no querían pararse de la cama, pero los ladridos de Maeum pidiendo por comida se volvieron insoportables después de media hora.

Estaban agotados, puesto que la noche anterior habían llegado muy tarde por haberse metido a una fiesta de Halloween adelantada. Se sentían completamente exhaustos y no podían ni con sus cuerpos. El pobre Jay, para colmo, tenía resaca por haber bebido de una manera bastante imprudente una botella de ron él solo. Ahora utilizaba lentes para ocultar las ojeras tan grandes que adornaban su rostro.

Bajaron del auto en el pequeño restaurante del supermercado, en donde desayunaron un par de sandwiches y para el mayor una taza de café amargo. Se sentaron en una de las mesas de afuera, en donde el sol no molestaba demasiado gracias a las sombrillas.

—Me duele la cabeza. —Se quejó el muchacho, tomando la cabeza entre las manos y lloriqueando.

—No me digas nada. Te dije que ya no tienes dieciocho años y no puedes beber como si no tuvieras más responsabilidades que seguir existiendo. —Reprochó el menor, abriendo el empaque de su sándwich para después darle un gran mordisco. Estaban completamente hambrientos.

Jay comió y bebió su café, también tomó una pastilla para la resaca, cosa que no fue demasiado efectiva, pero por lo menos ya no sentía que los ojos se le saldrían en cualquier momento. Una vez que terminaron de desayunar, partieron hacia el establecimiento. Tomaron un carrito del montón e ingresaron.

El supermercado estaba prácticamente vacío, y las personas que habían estaban disfrazadas de diferentes cosas, comprando ya sea dulces o alcohol. La pareja comenzó a hacer su caminata por el primer pasillo del lugar. Jungwon no había tenido tiempo de hacer la lista, así que simplemente comprarían lo que fuera necesario y lo que no también. Al fin y al cabo, ya eran adultos y podían gastar el dinero como quisieran, ¿No?

Pues el carrito pronto estuvo lleno de cosas básicas y necesarias, como frutas, verduras, vegetales, cereales, leche, harina, pan, pasta, arroz, etc. Ahora era tiempo de dar la segunda vuelta, en donde podían dejar a sus niños interiores salir.

—¿Llevamos cupcakes de limón? Desde niño no los como. —Preguntó el menor, cogiendo una bolsa de dulces.

—Amor, yo llevo galletas de menta y chocolate. No tienes por qué preguntarme si puedes llevar algo. Si lo quieres, mételo en el carrito. No te voy a reclamar. —Respondió Jay, leyendo los ingredientes de un yogurt griego, el cual también metió al carrito. Una hora después, ya era difícil moverlo, por lo que Jungwon tuvo que buscar otro mientras el mayor evitaba que todo se desbordara. —Creo que ya es suficiente, ¿No te parece?

El más bajito asintió y ayudó a su novio a llevar ambos carritos a la caja, en donde una muchacha morena disfrazada de ángel los atendió. Comenzaron a dejar todo lo que llevaban en los carritos sobre el mostrador, donde la chica iba pasando cada producto para agregarlo a la cuenta.

—Son trescientos cincuenta y siete dólares con noventa centavos. —Dijo la cajera, mostrando la pantalla de la computadora. La pareja abrió los ojos de manera exagerada y voltearon a verse, impactados.

—¿Puedo pagar con varias tarjetas? —Inquirió el mayor, con una sonrisa tímida. La muchacha asintió, sin quedarle de otra. Y ahí estaba Jay, pagando aquel mercado de cosas innecesarias porque no quería salir de su casa en toda la semana. La resaca no era algo precisamente que el muchacho sobrellevara de buena manera. Una vez que terminaron de pagar y todos los productos fueron metidos en bolsas, regresaron a su auto, en donde metieron las compras.

Al llegar a casa, Maeum los esperaba jugando con el peluche que le habían comprado hacía un par de días. Los chicos tuvieron que hacer varios viajes para poder llevar todas las bolsas a su departamento.

—Bien, empezarás con el refrigerador. Yo llenaré las repisas que están sobre la estufa. —Apuntó Jungwon, mientras terminaba de cambiarse la ropa por algo más cómodo. El mayor asintió, yendo a la habitación para cambiarse también él.

Así iniciaron su misión de ordenar la alacena, cosa que se les hizo más difícil de lo que pensaban. El más bajito era un maniático del orden, y le estresaba que su novio no hiciera lo que él tenía en mente, por lo que cada vez que Jay se volteaba, este arreglaba lo que el mayor había "hecho mal". Pero este ya se estaba cansando de la situación, porque no estaban avanzando lo suficientemente rápido con esas interrupciones.

—¿Qué te parece si tu ordenas todo esto otro día tú solo para que no tengas que estar reordenando porque al parecer no sé, y nos sentamos a comer ramen instantáneo y ver películas hasta la tarde? —Ofreció Jay. Jungwon fingió pensarlo unos segundos, para después asentir con una gran sonrisa. —Perfecto. Ve a poner la película, prepararé el ramen.

Y así disfrutaron de su día de Halloween, entre sábanas, películas, comida chatarra, muchos besos y un cachorrito revoltoso. 


-Anne

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-Anne.

Halloween Memories [ᶠˡᵘᶠᶠᵗᵒᵇᵉʳ | ʲᵃʸʷᵒⁿ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora