Lo que el viento se llevó acabó mal

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Dos martinis y tres rollos de película con los gemelos Remi más tarde, Serena se bajó de prisa de un taxi frente al Constance y subió corriendo las escaleras hacia el salón de actos donde el ensayo de la obra ya había comenzado.

Desde el pasillo le llegó el sonido de la música de Talking Heads que alguien tocaba con energía en el piano. Serena empujó las puertas del salón de actos y se encontró con su amigo Ralph Bottoms III cantando Burning Down the South con la melodía de Burning Down the House con la cara totalmente seria. Iba disfrazado de Rhett Buder de la cabeza a los pies, hasta llevaba el bigote postizo y los botones dorados. Ralph había aumentado de peso en los últimos dos años y tenía el rostro enrojecido, como si hubiese comido muchos filetes poco hechos. Tomaba de la mano a una chica robusta con cabello rizado y rostro en forma de corazón: Escarlata O'Hara.

Ella también cantaba, berreando las palabras con un marcado acento de Brooklyn.

Serena se apoyó contra la pared para mirar, con una mezcla de horror y fascinación. La escena de la galería de arte no la había turbado demasiado, pero aquello...aquello ponía los pelos de punta.

Cuando acabó la canción, el resto del Club Interescolar de Teatro aplaudió y vitoreó y luego la profesora, una vieja inglesa, comenzó a dirigir la escena siguiente.

"Ponte las manos en las caderas, Escarlata" indicó "Vamos, demuéstrame que te sientes la chica más guapa de todo el Sur durante la Guerra de Secesión. Así. ¡Te saltas todas las reglas!"

Serena apartó la mirada y vió por la ventana que, en la esquina de la Noventa y Nueve con Madison, tres chicas se subían a un taxi. Aguzó la vista y reconoció a Blair, Kati e Isabel. Serena intentó contener la extraña sensación que la embargaba desde que había vuelto a la ciudad. Por primera vez en su vida, sintió que la dejaban de lado.

Sin dirigir una palabra a nadie, hola y adiós, salió discretamente del salón de actos. La pared del pasillo estaba cubierta de octavillas y anuncios y se detuvo a leerlos. Uno de ellos era la prueba para la película de Vanessa Abrams. Conociendo a Vanessa, la película sería seria y compleja, pero sería mejor que cantar canciones tontas a gritos y hacer manitas con el gordo y rubicundo Ralph Bottomsm.

Las pruebas para Vanessa habían comenzado hacía una hora, en un banco de Madison Square Park, pero quizá no hubieran acabado todavía. Serena se encontró una vez más corriendo tras un taxi para dirigirse al centro.

"Quiero que lo hagas así" le dijo Vanessa a Marjorie Jaffe, una chica del curso inferior al de ella en el Constance; era la única chica que se había presentado a las pruebas para Natacha en la película de Vanessa. Marjorie tenía el cabello rojo y rizado y pecas, la nariz respingona y el cuello corto. Masticaba chicle constantemente y el personaje de Natacha no le iba en absoluto.

Caía la tarde y una bonita luz rosada iluminaba el Madison Square Park. El aire tenía el característico olor de Nueva York: una mezcla de humo de chimenea, hojas secas, humeantes perritos calientes, pis de perro y gases de autobuses.

Daniel estaba echado de espaldas en el banco del parque, como Vanessa le había indicado que hiciese: un soldado herido con los brazos y las piernas extendidos de forma patética. Herido en la guerra y en el amor, se le veía pálido, flaco y desaliñado. Tenía una pequeña pipa de crack en el pecho.

Vanessa había tenido la suerte de encontrarla en la calle en Williamsburg aquel fin de semana. Era el complemento ideal para su sexy príncipe herido.

"Voy a leerte la parte de Natacha. Mira bien" le dijo a Marjorie "De acuerdo, Dan, venga. ¿Estabas dormido?" le preguntó Vanessa como si fuera Natacha mirando a Dan como el Príncipe Andrei.

Gossip girl #1- Cosas de ChicasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora