La vida es frágil y absurda

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"Eres un imbécil, Dan" le dijo Jenny Humphrey a su hermano. Estaban sentados en la mesa de la cocina de su piso amplio y cochambroso de la Avenida West End. Era una casa hermosa de altos techos y cuatro dormitorios llenos de luz. Tenía grandes vestidores y enormes bañeras con patas, pero no la habían renovado desde los años cuarenta. En las paredes rajadas se veían manchas de humedad y los suelos de madera estaban opacos y llenos de rayajos. Habían pelusas en los rincones y a lo largo de los rodapiés, como si fuese musgo. De tanto en tanto, Jenny y su padre, Rufus Humphrey, contrataban un servicio de limpieza para que adecentara un poco el sitio, además el enorme gato de la familia, Max, mantenía a las cucarachas a raya, pero la mayoría del tiempo el piso parecía un ático acogedor y descuidado. Era el tipo de lugar donde uno esperaría encontrar tesoros perdidos, como fotografías antiguas, zapatos viejos o huesos de la cena de Navidad del año anterior.

Jenny comía medio pomelo y bebía una taza de infusión de menta. Desde que le había comenzado la regla, en primavera, comía cada vez menos, pero todo lo que comía parecía depositársele en los pechos. Dan se preocupaba por los hábitos de comida de su hermanita, pero Jenny seguía tan activa y llena de energía como siempre, así que, ¿qué sabía él? Por ejemplo, no sabía que todos los días Jenny se compraba un bollo con pepitas de chocolate de camino al colegio en un pequeño delicatessen de la calle Broadway. No era un método muy efectivo que digamos para reducir el pecho.

Dan comía su segundo donut de chocolate y bebía café instantáneo con leche en polvo y cuatro cucharadas de azúcar. Le gustaba el azúcar y la cafeína, lo cual probablemente era parte del motivo por el que le temblaban las manos. Dan no estaba en la onda de la comida sana. Le gustaba vivir al límite. Mientras desayunaba, Dan estudiaba el guión del corto de Vanessa, el corto en que supuestamente iba a actuar. Leía una y otra vez el mismo renglón, como un mantra: "La vida es frágil y absurda".

"Dime que te da igual que Serena van der Woodsen haya vuelto" le desafió Jenny. Se metió un gajo de pomelo en la boca y lo chupó, se sacó el hollejo de la boca y lo puso en el plato "Tendrías que verla" prosiguió "Está super cool. Tiene como otro aspecto. No es por la ropa, es su cara. Parece mayor, pero no en plan arrugas ni nada de eso. Está en plan Kate Moss o alguna otra modelo, ¿sabes? Como que ha estado en todas partes y ha visto todo y ha vuelto. Es como si hubiera venido... no sé, con experiencia".

Jenny esperó a que su hermano le dijese algo, pero Dan miraba fijamente su taza de café. "La vida es frágil y absurda".

"¿Ni siquiera la quieres ver?" le preguntó Jenny.

Dan pensó en lo que había oído decir a Chuck Bass sobre Serena. No había querido creer nada de ello, pero si Serena tenía el aspecto de experiencia del que hablaba Jenny, quizá lo que decía Chuck fuera verdad. Quizá Serena fuera la chica más puta, fumada y enferma de Nueva York. Se encogió de hombros y señaló la pila de hollejos del plato de Jenny.

"Qué asco" le dijo "¿No puedes comer una Pop-Tart o algo por el estilo, como una persona normal?

"¿Qué tiene de malo el pomelo?" preguntó Jenny "Es refrescante"

"Pues verte comerlo no lo es. Es un asco" dijo Dan.

Se metió el resto del donut en la boca y se limpió el chocolate de los dedos con la lengua, teniendo cuidado de no manchar el guión.

"Nadie te obliga a mirar" dijo Jenny "Venga, no me has contestado"

"¿Qué?" preguntó Dan, levantando la vista.

"Lo de Serena" dijo Jenny, apoyando los codos sobre la mesa y echándose hacia delante "Sé que quieres verla"

Dan volvió la mirada al guión y se encogió de hombros "Da igual" dijo.

Gossip girl #1- Cosas de ChicasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora