Problemas

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Aquella noche nuestras familias venían a cenar, Can y yo habíamos hablado de que era importante que vieran que la relación entre nosotros había mejorado y que podíamos convivir en la misma zona sin ningún problema. Cosa que para ellos significaba vivir los dos en el mismo terreno de la finca, no en la misma casa. Ya habíamos acordado no decirles nada, por un lado porque sabíamos que no lo entenderían y, por otro lado, porque no esperábamos que se diera la ocasión en que fueran a encontrarnos durmiendo en la misma casa.

Entre los dos preparamos una cena bonita, con algunos de los platos que más les gustaban a nuestros padres, pero no todos para que no pensaran que intentábamos sobornarles. Estaba terminando de arreglarme, sencilla, con un fino vestido rosa largo, el pelo semi recogido y unas sandalias blancas, cuando Can salió de la ducha. Con una toalla alrededor de la cintura, el pelo húmedo y el pecho mojado, era un pecado para la vista. Por un momento pensé en que ese hombre era mío, era mi cama la que compartía, mis labios los que besaba y a mi a quién estaba destinada su sonrisa.

Y el amor que todavía sentía por él amenazaba con hacer estallar mi corazón.

Me rodeó con sus fuertes brazos y yo grité bajo por la sensación de su piel húmeda contra la mía ya seca. Él se rio y frotó su nariz contra el hueco de mi cuello haciéndome cosquillas.

-Can, estarán aquí de un momento a otro y todavía no te has vestido.
-¿Me prefieres vestido, Sanem? – me sorprendí ante la insolencia de su comentario y traté de empujarle riendo.
-Te prefiero de cualquier forma – me puse de puntillas y le di un beso rápido en los labios – pero también prefiero que los demás no te encuentren desnudo en mi dormitorio.

Sonrió, pero me dejó libre para vestirse con unos vaqueros azules y una camiseta blanca. Cuando ambos estuvimos preparados, salimos al jardín a hacer las últimas comprobaciones.

Nuestros invitados llegaron juntos, como si ninguno de ellos quisiera ser el último. Nuestros padres no parecían tener problemas entre ellos, pero mis padres no estaban muy contentos con la presencia de Can. La cena fue un poco tensa, aunque nuestros hermanos intentaron aliviar el momento con anécdotas de la aventura musical de Leyla, se podía notar que no todos estaban cómodos.

El problema vino cuando mi madre se levantó para ir al servicio, los gritos que se escucharon cinco minutos después podrían haber derrumbado la casa.

Salimos todos corriendo para ver qué había pasado y nos encontramos a mi madre gritándole a Can en el salón mientras Emre intentaba calmarla.

-¡¿Cómo puedes tener la poca vergüenza de hacer esto?! ¡¿Es que nunca te importó mi hija?!
-Precisamente porque siempre me ha importado he hecho esto.
-¡¿Crees que te voy a creer?! ¡¿Después de lo que ha pasado durante este año?!
-Mevkibe por favor cálmate, ¿qué está pasando? – mi padre intervino.
-¿Qué pasa Nihat? ¡Pasa que el desvergonzado este se ha mudado con tu hija! ¡Que ahora comparten techo!
-Sanem, ¿es eso cierto?

Mi padre me miró como pocas veces lo había hecho en la vida. Yo miré a Can, esperando un gesto, me guiñó un ojo como respuesta y supe que seguiría adelante con la historia que habíamos elaborado por si acaso llegaba este momento. No íbamos a decirles que estábamos explorando nuestra relación, eso podría matar a mi padre de un infarto. ¿La historia oficial que habíamos inventado por si acaso? Que la cabaña estaba para derruir, que había una plaga en ella y el inspector que había venido a verla la había declarado inhabitable. ¿Qué por qué se mudaba a mi casa y no a la de Aziz y Mirihban? Porque era un hombre adulto que tenía que vivir con su padre y su nueva novia que al mismo tiempo era la ex novia de la que siempre había estado enamorado y que había provocado el divorcio de sus padres.
Íbamos a jugar la carta de la incomodidad.

¿Qué dónde quedaba la incomodidad de vivir juntos cuando éramos ex pareja y habíamos terminado tan mal, con Can huyendo sin decir ni una palabra y yo volviéndome loca? Bueno, algunas cosas son más incómodas que otras.

Lo teníamos todo pensado y ensayado, no debíamos parecer demasiado alegres de convivir, pero tampoco teníamos que quejarnos. No podíamos tratarnos con amor delante de ellos, pero tampoco es que debiéramos odiarnos. Por mi parte mis padres tenían que pensar que teniendo a Can cerca estaría bien, no mal, porque si pensaban por un momento en que vivir con él fuera a hacerme daño de alguna manera, no lo permitirían.

Ahora habíamos llegado a ese punto y tenía que salvar la situación.

-Sí, papá. Can se ha mudado a la casa, pero no es lo que pensáis.
-¿Por qué no nos lo explicas entonces? – intervino la madre de Can, siempre tan solícita.
-Claro que sí Huma, no tiene nada de especial ni de particular. La cabaña le ha estado dando problemas a Can y resulta que no puede vivir en ella, así que se ha mudado. No hay más historia que esa.

Aguanté la respiración casi sin darme cuenta, vi la intención de responder que tenía, pero Can se le adelantó.

-Eso es. A pesar de las reformas que le estaba haciendo había un olor extraño en la cabaña, llamé a un amigo inspector para que me ayudase y me dijo que tenía moho entre las paredes. Si seguía viviendo en ella acabaría enfermando, se lo comenté a Sanem…
-… Y le dije que podía dejarle la habitación de Deniz para él. No veo cuál es el problema.
-¿No ves cuál es el problema? El problema es, hija, que estás viviendo con el hombre que destrozó tu vida.

Pude ver que a Can las palabras de mi madre le dolían y decidí sufrir las consecuencias de lo que iba a decirle a mi madre, para salvarle a él.

-Eso pertenece al pasado mamá, si yo he pasado página tú también deberías hacerlo. Especialmente cuando el otro día este hombre le salvó la vida a tu hija.
Can me miró sorprendido, como todos, porque sabía que estaba hablando de lo que había pasado en los últimos días. No pensaba contárselo todo a mi familia, pero si quería desviar la atención de lo que estaba pasando y, además, conseguir que se relajasen un poco respecto a Can, no me quedaba más remedio que hacer esto. Iba a adornar la verdad con un poco de imaginación para salvarnos de aquella inquisición.

-¿De qué hablas Sanem?
-La otra noche entraron en casa, Can me escuchó gritar y ahuyentó al intruso. Yo estaba sola, ¿qué podría haberme pasado si él no hubiera estado cerca?

La cara de mis padres pasó del enfado a la preocupación, cuando me abrazaron y se giraron para mirar a Can, solo una palabra salió de sus labios.

Gracias.

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⏰ Última actualización: Nov 18, 2022 ⏰

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