Cuando se terminó

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Había pasado casi un año y todavía dolía, aunque sabía que iba a dolerle para siempre. Había vivido cada día del último año con ello, pensando en ello, sufriendo por ello.

Lo que pasó con Yigit había sido un terrible accidente, no buscaba excusarse, se responsabilizaba de lo que había hecho pero que Sanem pudiera pensar que era el tipo de hombre que hacía algo así de forma premeditada, le había vuelto loco. ¿Acaso no le conocía? Entendía que estaba enfadada y dolida, pero, ¿cómo había podido dudar de él? Sin embargo, eso no era lo que más le importaba, podía entender que también estaba asustada y no podía detenerse a pensar con claridad. Todo esto no hacía más que llevarle de vuelta a la idea principal, Sanem había pensado que él había quemado su cuaderno.

Su cuaderno. Aquel que quería publicar como su libro. Aquel en el que le había confesado que había escrito su historia de amor día a día. Las páginas que contenían sus pensamientos, deseos y sueños para ellos. Esas páginas en las que Sanem soñó con estar con él.

Aquella noche cuando se marchó del hospital, estuvo a punto de volver. El día había sido doloroso para ambos y no quería dejarlo así pero no podía evitar sentirse herido, casi despreciado. Y se dejó llevar por la rabia. Sanem estaba convencida de que estaba celoso de Yigit, pero no, simplemente podía ver más allá que ella y sabía que él estaba enamorado de Sanem y pretendía separarlos. Con la de veces que Sanem pensó lo mismo de Polen...

La frustración pudo con él y decidió hacer lo único que sabía, alejarse de todo aquello que le hacía daño y de a quienes hacía daño él. Cuando llegó a casa, recogió su cámara, metió algo de ropa en una mochila y puso rumbo al puerto.

 Sanem no volvería a sufrir por su culpa. 

Lo habían intentado y no había funcionado, una vez más. Su amor por ella no acabaría nunca, de eso estaba seguro, pero el hecho de que hubiera demostrado no confiar en él, después de todo lo que habían pasado juntos, después de las veces que él decidió confiar en ella a pesar de cómo le había engañado antes, a pesar de que sabía que al exponerse podía volver a engañarle. Ella, la que siempre había demostrado creer en ellos y tener esa fuerza para no rendirse nunca. Ella, la única mujer a la que había amado en su vida. Ella no había confiado en él.

Necesitaba alejarse de allí. Necesitaba salir volando de aquella jaula en la que se había convertido su vida .

Lo único que había querido era huir con Sanem, dejar atrás todo aquello, los problemas con sus familias, Yigit, la agencia, la editorial...Solo quería irse con ella a un lugar lejano donde pudieran vivir sus vidas sin tener que dar explicaciones a nadie. Como siempre había hecho él, pero Sanem no podía dejar a su familia y él lo entendía. Siempre entendió esa parte de ella, pero se había cansado ya de hacerlo.

Cuando llegó al puerto le dejó al guarda de seguridad la llave de su coche y una nota para Emre, sabía que en algún momento su hermano iría por allí a buscarle. Sentía tener que dejarle a cargo de todo justo cuando empezaba su vida con Leyla y necesitaban más tiempo para ellos. Cogió el barco, que tan pocas veces había sacado de Estambul en realidad, y se adentró en el oscuro mar sin rumbo fijo. Echaría el ancla cuando la necesidad de correr desapareciera de sus venas.

Aquella noche aquel Albatros salió volando con las alas rotas.

En Manos Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora