Viernes, 28 de Mayo de 1993
La alarma que provenía en una esquina del lugar sonó, avisándome que ya había cumplido mis tres horas de ejercicio. Me detuve en el triciclo y permanecí sentada, estiré el brazo para tomar agua de la botella.
Me bajé del asiento y fui por la toalla a limpiarme la sudor de la frente, apagué la música con el pequeño control remoto y salí del gimnasio que tenía en casa.
Me dirigí a mi habitación a darme una ducha relajante. Después, me vestí un pantalón al estilo pesquero, una playera roja de cuello V y mangas cortas. Me recogí el cabello y me calcé unos tenis.
Ya con la chamarra colgada en mi brazo y la mochila en los dedos de la mano, salí de mi habitación. Miré la hora de mi muñeca y no era tarde, eran apenas las tres y media de la tarde.Me dirigí a la puerta de la habitación de Kathleen y toqué su puerta tres veces.
─Pasa.
Abrí su puerta y la encontré en el suelo mientras miraba la televisión.
─¿Qué haces? ─pregunté con una sonrisa.
─Perdiendo el tiempo ─habló sin prestarme mucha atención.
─¿Hoy no Irás a a la Universidad?
─No, los exámenes han terminado ─me miró ─. No cuento el que nos van a hacer con quien sabe quién.
─Yo tampoco tengo la menor idea ─me recargué sobre el marco de su puerta.
La miré por unos largos segundos. Inevitablemente me estaba acordando de la última vez que había visto a Sean en la cafetería, donde me había contado todo lo sucedido. Me pidió que le hiciera el favor enorme de convencer a Kathleen de que hablara con él para aclarar sus cosas, hacerle ver que nada estaba sucediendo entre él y la chica Glinda, pero sobre todo que él todavía quería casarse con mi prima.
─¿Qué pasa? ─escuché que me habló.
─Nada ─moví la cabeza ─. Solo venía a avisarte que ya me voy a las clases de Español. Regresaré en un par de horas, contando con el tráfico que va a haber más tarde.
─Cuídate, prima ─me lanzó un beso al aire.
─Gracias.
Me di la vuelta y cerré su puerta. Bajé por las escaleras para dirigirme a la cocina a servirme un vaso de agua, lo bebí y lo dejé en el fregadero.
Salí de la casa con las cosas y fui hacia mi auto donde eché las cosas en el asiento de atrás y me subí para encender el auto. Le di las gracias al portero de la reja de la mansión y me fui directo a la escuela privada que se hallaba cerca de la Universidad.
Hace un año con unos cuantos meses me había decido a meterme a una escuela a aprender el idioma Español, que a los meses se fue convirtiendo en mi segundo idioma favorito. Todo se debía a una película que me había encontrado en una plaza cerca del centro de Chicago, que era una película ambientada en los años 50's, al que llamaban en ese tiempo como la Época de Oro. Era una película de Libertad Lamarque, llamada Acuérdate De Vivir.
No lo pensé mucho, así que lo compré y fui a casa a verla. No había entendido la mayor parte de la cinta, pero me había impactado las actuaciones de los actores mexicanos, y el hecho de que el acento era tan diferente como el de España. Tiempo después, encontré otra película mucho más reciente, llamada Mariana Mariana, que de ahí devino para leer novelas de José Emilio Pacheco, pues la película se había basado en el libro de ese autor, Las Batallas En El Desierto. Gracias eso, pude recordar el título y preguntar a la Biblioteca.
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Concisamente Mío, Pero Eternamente Tuya
RomanceNarella es una chica que está por terminar la carrera de Medicina en Psiquiatría, su único plan era graduarse como la mejor de su instituto. Sin embargo, sus planes cambian por el camino cuando conoce a Marlon Redford, uno de los mejores doctores e...