34. De blanco

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Martes, 18 de Enero de 19944:14 PM

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Martes, 18 de Enero de 1994
4:14 PM

─Deberías ponerte una crema, pareces histérica.

Lentamente giré la cara por encima de mi hombro, un poco molesta.

─¿Buscas hacerla enojar? ─preguntó Bob antes de que yo respondiera ─. Déjala.

─No hablaba en serio ─Oswald reemplazó la sonrisa burlona por una recta sin emoción ─. Pero deberías...

─Sí, sí ─le interrumpí con molestia filtrada en mi voz ─. Después de la consulta que tengo con un paciente. No he tenido tiempo de hacerlo.

Comencé a rascarme en los nudillos de mi mano izquierda con algo de desesperación mientras avanzábamos en la fila de la comida.

─Es que sí te ves histérica ─mencionó de nuevo.

Lo miré ahora mucho más molesta.

─Narella, ¿hoy te toca guardia? ─preguntó Bob.

Volteé a verlo.

─No, el jueves me toca guardia ─respondí dejándome de rascar.

─De acuerdo. Hoy sí tengo guardia, y no podré contarte lo que sucedió el fin de semana.

─¿Qué sucedió? ¿Hiciste acto de presencia en tu casa, Bob? ─Oswald preguntó con sumo interés.

─¿Y por qué el interés? ─retó Bob al mirarlo

─Ustedes son un verdadero desastre para mi espacio ─los miré de hito en hito ─, Bob, te toca ─le señalé su turno de pasar por su comida.

Bob pidió una cena poco cargada de comida y dos latas de pepsi. Al tocar mi turno, pedí pechuga con bastante ensalada y una botella de agua.

Bob y yo nos sentamos, y seguido llegó Oswald con una bandeja idéntica a la de Bob, quien comía con mucha hambre acumulada desde el medio día.

─Oigan, ¿saben si aquí permiten tener relaciones sexuales?

Bob y yo lo miramos. No sé qué pensamientos se cruzaban en la cabeza de mi amigo, pero yo sentí que me ruborizaba ante la palabra y que de manera involuntaria, recordé una escena un poco explícita que pasaron anoche cuando estaba casi dormitando viendo la televisión.

─¿Y a qué viene semejante pregunta? ─expresé.

─No me miren así ─rió con humor ─. Creo que no debí empezar por ahí. Resulta que ayer encontré a una pareja muy amistosa en los baños con ruidos muy sofocantes para ser sincero.

─¿En los baños? ─fruncí la ceja.

─Aunque no lo creas, yo también pensé exactamente lo mismo.

─¿Estás seguro? ─habló Bob ─. Tal vez era otra cosa.

─No, no ─negó con la cabeza y se pasó el bocado por la garganta ─. Me agaché y vi dos pares de tenis blancos. Oh, y los pantalones... ─hice una cara similar a una rana, haciéndome reír.

Concisamente Mío, Pero Eternamente TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora