V. Asome

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–¡Husk Husk Husky Husk! – canturreaba Niffty mientras se esforzaba en saltar para alcanzar a ver al indiferente minino en la barra. 

–¡Husky! ¡Husk! ¡Huuuuuuusk!

–¿Qué? – le contestó él irritado.

–¿Y bien?

–¿Y bien qué?

–¿Qué pasó? – cuestionó la mujercita cuando por fin alcanzó el borde del mueble para sostenerse.

El gato ya sabía a lo que se refería, pero no iba a contarle.

–No tengo idea.

–¡No seas así! Es tu deber compartir información con tus colegas.

Husk se giró dándole la espalda a la mucama, quien ya había logrado pararse sobre la superficie.

–¡Dime dime dime! —pronunció la criaturita al momento de abalanzarse contra su compañero y empezar a darle constantes e inofensivos golpecitos a su cabeza.

–¡Carajo! ¡tú!

– Se trata de una nueva atracción cariño– comentó el Demonio de la Radio al entrar despreocupado al bar.

–Me alegra ver que siguen llevándose tan bien como siempre.

Niffty y Husk se reincorporaron rápidamente, optando una postura casi militar. Por su parte, el que figuraba como su comandante se recargó sobre la barra, para luego mirar de reojo fijamente al gato, quien captó la señal y le sirvió un poco de bourbon.

– ¡Hahaha! Parece que este lugar realmente se niega a caer– comentó el astado soltando un especie de gruñido al final.

– ¿Se... se puede saber qué es?– masculló la alegre sirvienta tímidamente.

– Ni siquiera yo estoy seguro dulzura– contestó el demonio rojo antes de dar un sorbo a su vaso. –Hmm pero creo que ese otro bando puede estar involucrado.

Husk regresó a verlo incrédulo mientras la pequeña mucama comenzó a dar de brincos por la emoción.

– ¡Siii! ¡por fin podré ver a uno de cerca! Incluso podría...

– ¡No tan rápido! Para confirmarlo quisiera que le llevaras esto a... ya sabes quién –. Alastor sacó una nota de su saco y se inclinó para dársela a su habitual recadera. – Espero seguir confiando en tu discreción.

–¡Desde luego señor! La entregaré de inmediato.

Alastor y Husk vieron como la chica salió a toda marcha, este último se aseguró de no escuchar más el ritmo de sus pasos para por fin cuestionar a su inusual acompañante.

–¿Y cómo va el otro asunto?

–¿Hmm? – Alastor lo miró extrañado –, ¿A qué se debe ese repentino interés? No me digas que comienzas a tenerle aprecio–, rio maliciosamente y sacudió su vaso ya vacío, Husk reaccionó sirviendo un poco más de la bebida.

– Solo ya no quiero escuchar más las conversaciones absurdas de esas dos... A veces se ponen en un plan melosamente repugnante– dijo haciendo una mueca de asco.

– ¿Todavía?

Alastor tomó de su vaso nuevamente.

– Ahora que lo mencionas... No han pasado tanto tiempo juntas en estas semanas, desde que dejaron de compartir alcoba han estado más silenciosas.

Entonces el locutor rememoró ese día, la rubia estaba más nerviosa de lo usual y la señorita gruñona no dejaba su cara de preocupación cada vez que se encontraban. Charlie le había comentado, sin este pedirlo, que dormirían en cuartos separados debido a que ella necesitaba un tiempo a solas para pensar en ideas en beneficio del hotel, no obstante, la peliblanca estaba renuente, consideraba que entre las dos podrían planear mejores estrategias, pero al final terminó accediendo a su petición. "Quizás se deba a las noches difíciles que Charlie ha tenido", pensó el astado al ver el semblante decaído de la princesa inútilmente camuflado para él; si bien, sabía que los de su linaje no tenían las mismas necesidades que los pecadores, situaciones demandantes de energía podían agotarlos. "¿Qué es lo que la cansa tanto? Y ¿Por qué no le dice la verdad?". Tales interrogantes cobraban más fuerza actualmente, al dar una leve sospecha de relación con lo acontecido esa mañana.

HH-La Luz que se negó a apagarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora