XIII. Las sorpresas del recorrido

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"¿Cómo habrá conseguido el dinero?"

Vaggie doblaba burdamente una blusa para guardarla en el cajón del enorme armario marfil de su alcoba, absorta en su cotilleo interno.

"¡¿Se lo habrá dado ese rufián demente?! ¡¿aceptó hacer un trato con él?! En primer lugar, si pudo obtenerlo ¡¿Por qué despilfarrarlo en vacaciones sí el hotel se está cayendo a...?!

–¡Tsk!

La chica del moño sucumbió por fin a su enojo abolando y aventando el pareo que acomodaba hacia la única cama de la habitación, la cual, hace tan solo unos minutos atrás la había entusiasmado ante la posibilidad de que su novia también vislumbrara la misma intención que ella; pero ahora, cuando el raciocinio se impuso sobre la emoción otra vez, esa ilusión se transformó en inseguridad.

"¿¡Por qué sigue sin decirme las cosas?!, ¡¿me tiene desconfianza acaso?!

Vaggie se sentó en la cama abrumada.

"¡No! Hablamos de Charlie, la demonio más sincera y desinteresada que existe, sería incapaz de mentirme".

Miró al mullido par de almohadas forradas de blanco, extendiendo su mano para sentir la suave textura.

"Además, esto demuestra que sigue pensando en mí, ¿cierto? "

–¡Ea! ¿qué estoy viendo? ¿acaso se trata de una cascarrabias teniendo fantasías obscenas previo a su gran noche? –, exclamó Angel socarrón al entrar a la recámara junto a Cherri.

–¡Hahaha! ¿deberíamos comprar tapones para los oídos ti-gre-sa? ¡Grr! – bromeó su acompañante.

–¡¿Quién diablos les permitió entrar?!

–Somos vecinos sabes, tenemos que salir a valorar los alrededores... ¿De verdad interrumpimos tus sueños húmedos?

–¡Ya lárguense!

La gruñona se levantó con intenciones de sacar a la fuerza a los intrusos.

–¡Espera! ¡espera! ¡quieres calmarte por diez segundos, carajo! Estamos en este espectacular sitio gratis, con un clima magnífico y... gratis, ¡Deja de arruinarlo! ¡mierda! Charlie la tiene difícil contigo.

Ese comentario avivó su incertidumbre anterior generando una veloz producción de justificaciones para refutar la absurda idea.

–¡Ella no es como tú, que me hace rabiar a cada rato por las estupideces que saca!

–¡Hmph! ¿entonces siempre estas feliz con las acciones de la rubiecita? No se nota.

–¡Eso...!

– ¡¡BASTA!! – gritó la curvilínea interponiéndose en medio de los dos–. Aunque deteste decirlo, debemos hacer una tregua, me rehuso a gastar el tiempo en esto cuando podría estar renovando mi guardarropa entero; los segundos aquí sí importan, y a ustedes dos más les vale poner de su parte o terminaré cualquier pelea lanzándoles una jodida granada. ¡Me valdrá un bledo que tu esponjosa cara esté incluida cakes!

Los respondones se desconcertaron por la enérgica declaración de la voluptuosa, ya que era ella la que ostentaba la mayor fama de buscapleitos entre ellos.

–¿Qué coño te pico?

–¡¿Estamos de acuerdo?!

La araña y la polilla intercambiaron miradas de fastidio; el joven reconoció el punto de su amiga, y aun renuente a ceder, prefirió cooperar al considerar el tamaño de la ganancia, pues otra chance igual era improbable para él incluso si saliera con Valentino.

HH-La Luz que se negó a apagarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora