IX. Añadiduras al plan

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El felino alado tragó saliva debido a los nervios que le producía el dúo recién reunido, Alastor y Rosie eran considerados demonios superiores pese a su origen humano, cada uno poseyendo un dominio significativo en Ciudad Pentagrama y siendo tan temidos como si fueran miembros de la realeza infernal. Su extraña amistad venía de décadas atrás, desde antes que Husk se uniera a las filas del locutor; ellos solían apoyarse al momento de necesitar información o alguna habilidad del otro, compartían un gusto mutuo por la tortura o cualquier otra táctica que resultara en un entretenido e intenso sufrimiento físico o mental en la "presa", sin mencionar la práctica del canibalismo con los restos que llegaban a quedar de la desafortunada.

– ¡Haha! Gracias por el cumplido, adelante por favor– dijo el anfitrión haciendo un gesto cordial de bienvenida.

El recepcionista entonces visualizó mejor a la mujer sobrenatural conforme se acercaba a su escritorio; sobresalían sus grandes ojos en completa penumbra, los cuales eran acentuados por su cabello corto grisáceo, usaba un vestido de época rosa opaco casi ceñido a su refinado físico ensanchándose hasta los pies simulando una cola de sirena; algunos detalles de encaje negro enmarcaban su cuello y cintura otorgándole una vibra más elegante, además de llevar un amplio sombrero adornado con flores artificiales, grandes plumas y unos discretos pero distinguibles restos óseos de dudosa procedencia. Toda ella parecía un sombrío retrato de una dama de sociedad.

–Vaya, es un edificio encantador, lástima que su uso sea intrascendente, la selección de muebles...

– Culpable, era intolerable la decadencia del mobiliario anterior– pronunció Alastor jactándose de la renovada apariencia del lugar al momento de acercarse a su amiga –. Lamentablemente, acabo de descubrir que aún faltan más áreas de uso para remodelar, me disculpo de antemano por las penosas condiciones de nuestro destino.

– Ahora estoy más intrigada, el descuido es impropio de ti.

El astado le brindó una sonrisa agridulce para luego ofrecerle su brazo a su compañera.

– Si nuestra apasionada gerente pregunta por mí, dile que estoy atendiendo a mi invitada–. Indicó el demonio rojo al desconcertado Husk, quien únicamente se limitó a asentir mientras los veía avanzar hacia el ascensor.

Los dos atravesaron el sucio pasillo previo a la habitación del recuerdo, y Rosie entendió inmediatamente el interés de su colega.

– ¡Ugh! este cuarto...– exclamó con total desagrado cubriéndose la boca.

–Es insoportable ¿Verdad?

–Lo normal de la magia angelical– masculló la mujer esforzándose por evitar sucumbir a sus náuseas–. Además, la decoración grita "paz interior" en exceso.

Rosie miró alrededor indagadora, admitiendo a regañadientes el buen gusto clásico del sitio.

– ¿Qué dices de eso? – Inquirió Alastor para dirigir la atención de su amiga al principal motivo de su venida, el muro marcado.

La conocedora de cosas antiguas volteó, cambiando su semblante a uno más serio conforme se aproximaba a la chimenea.

– Hmm, fascinante.... No logro identificarlo– comentó, azorada por toda la información que se movía en su cabeza en busca de alguna coincidencia.

– La princesa dijo que ella lo hizo– detalló el demonio rojo trasladándose al costado de su compañera.

– ¿En serio? pues, sería de esperarse que tuviera un poder así.

– Esta magia fue capaz de destruir a mis marionetas de un solo golpe.

– ¡¿Qué?! – Rosie se sobresaltó, las creaciones de su amigo contenían una energía altamente oscura, inusual en ese anillo del infierno, destruirlas incluso le tomaría tiempo a un ángel experimentado o a los demonios aristócratas–. Pero, ante tal magnitud de luz que eso implica... esa niña no estaría entera; su padre tampoco pudo haberla ayudado, se rumorea que se han distanciado por sus absurdos ideales, sumado al hecho de que su poder actual es en su mayoría diabólico.

HH-La Luz que se negó a apagarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora