I. Panorama

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-¿Tú crees que pueda hacerlo? - preguntó insegura la joven demonio a su acompañante en la mesa.

-Sé que podrás lograrlo, tú no eres como ellos, ni tampoco eres como nosotros, quizás eso es lo que se necesita en este lugar para hacer un cambio- contestó su interlocutor al momento de extender su brazo para darle una palmadita en su cabeza.

Todo alrededor estaba en silencio, las luces tenues rojizas que entraban por la ventana hacían que la oscuridad del cuarto no fuera tan profunda. La demonio se levantó dejando atrás sus pastelillos preferidos todavía completos que él le había preparado; se dirigió al gran balcón con forma de arco de su habitación y abrió sus puertas para recargarse sobre la balaustrada. Contempló a los lejos los altos edificios oscuros de la Ciudad Pentagrama, representante de tan solo una pequeña fracción del extenso mundo infernal, pero distintiva al albergar a la clase más peculiar entre los demonios, los pecadores, aquellos seres que alguna vez fueron humanos y poseyeron un alma creada por Dios.

La rubia pensó en lo que ellos se encontrarían haciendo en esos momentos, seguro la mayoría estaría robando, drogándose, matando a desconocidos u otras atrocidades de las que era muy común enterarse, no obstante, también sabía que ellos solían esconderse para externar el dolor de seguir arrastrando su pasado terrenal y lamentando la condena de la que nunca podrían escapar.

A los pocos minutos, la demonio percibió que él ya estaba a un lado, observando hacia la misma dirección.

-Yo de verdad siento que pueden cambiar, este no puede ser su final- murmuró.

- Mmmm, tu juicio sigue siendo bastante emotivo... pero eso te puede dar la fuerza para enfrentar la decisión que tomes- respondió él serenamente. - Además, estoy seguro que no estarás sola en ese camino.

Su acompañante volteó a verla para brindarle una sonrisa reconfortante. Ella se sorprendió al notar como alguien de su estatus reaccionaba de esa forma, dándole una esperanza y seguridad que se supone no debía tener, "sin distinciones, sin hipocresía, desafiando lo establecido" meditó, ella también quería ser así .

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¡Pon, pon! ¡Pon, pon!

- ¡Charlie! Despierta amor, se hará tarde- exclamó Vaggie mientras tocaba la puerta de la habitación de su chica.

¡Pon, pon! ¡Pon, pon!

-Charlie ¿Me escuchaste?

La demonio rubia abrió un ojo con pesadez, levantándose lentamente de la cama.

- Ya... ya oí, en un momento bajo- contestó en medio de un bostezo y aún aturdida por el estrepitoso despertar, luego se tomó unos minutos para recordar lo que había soñado.- Ahh... nuevamente eso... me pregunto qué pensarías de mí si me vieras ahora- susurró con nostalgia al dirigir su mirada hacía un adorno metálico con forma de árbol que estaba sobre una repisa.

Esta era la tercera vez que Charlie Magne dormía desde hace 6 meses, cuando anunció de manera desastrosa al entonces llamado Happy Hotel en aquella televisora. Tal situación era bastante extraña en los demonios reales, ya que estos podían permanecer despiertos hasta varios años seguidos, el sueño no les era esencial si no gastaban demasiada energía, pero para ella, la creciente presión junto a su delicado estado mágico actual la hacían decaer más rápido últimamente. Sin embargo, el dormir tampoco le estaba resultando ser tan reparador, pues solía revivir sucesos del pasado que le teñían el presente con melancolía, exigiéndole un esfuerzo extra para disimiluarla.

HH-La Luz que se negó a apagarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora