~40~ 🍽 Adios O Hasta luego 🍽

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La cabeza de la chica maquinaba tantas cosas que el contrario podría decirle, desde la más esperada a la que posiblemente le rompiera nuevamente, estaba en una batalla en la que su cuerpo decía quédate, y su corazón quería huir de la situación y refugiarse en su familiar que esperaba por ella.

En cambio, el chico no sabía cómo empezar a disculparse, no sabía cómo empezar la charla a la que fue impulsado. Porque aunque ya había encontrado momentos en los que hablar no sabía cómo hacerlo. Creía que ni siquiera merecía que la chica le mirase, y, de no ser por Yukihira y su empujón, no habría logrado despedirse de la chica, y mucho menos habría logrado poder disculparse.

—Eiby...— empezó a decir, la chica giro la mirada hacia atrás notando el pequeño gesto que alguien a quien él no conocía mostraba con sus manos, tiempo, fue lo que logró comprender con ello

—Ya no hay tiempo Hayama— dijo está regresando su vista a él, le miro haciendo que ambos pares de ojos se encontraran, no eran los mismos ojos negros que conoció la primera vez, no eran esos que brillaban cuál niña pequeña

El chico suspiro, tenía prisa por irse, y no supo si por algo o por él, se acercó entonces haciendo que ella diera un pequeño paso hacia atrás pero sin retroceder, no se detuvo y entonces le abrazo, le abrazo tan fuerte y temeroso de no ser correspondido, pero eso no importaba, no ahora que buscaba disculparse.

—Te pido una disculpa Eiby— empezó a decir el otro, el aroma a dulce logro sentir en la chica, paletas, fue lo primero que capto, carboncillo, un lápiz y el extraño aroma a goma de borrar

La chica, quien se había paralizado en ese momento no supo si quiera que hacer, si hablarle, si apartarle o si corresponder el gesto.

Recordaba la primera vez que le había abrazado y captado en todo su esplendor el aroma que el chico desprendía, uno que hizo a su corazón latir con prisa y sentir que todo el mundo temblara. La sensación electrizante que sintió en el momento de tocarle y la necesidad de volver a abrazarle después de soltarlo, lo recordaba tan bien.

Recordaba que después de despedirse Yukihira le preguntaba si se encontraba bien, que por que se encontraba colorada de la cara o si necesitaba ir al médico, se había sentido avergonzada de aquel sentir pero quería seguir sintiendo lo, le negó toda cosa que él otro preguntara y simplemente dijo que era por el calor que había dentro del laboratorio y el fresco que hacía afuera, una explicación sin sentido que no fue cuestionada.

El resto del camino a la residencia se había quedado pensando en aquello que había sentido y el por qué su cabeza le pedía repetirlo y su corazón acelerado le concordaba.

—Quería salvar a el laboratorio Shiomi, que no pensé bien las cosas y me dejé llevar— siguió diciendo el moreno sin soltarle y apegándole más a él —No pensé en las cosas que hacía, y dije muchas cosas de las que me arrepiento ahora— los ojos de la chica batallaban por retener las lágrimas que cada vez más peleaban por salir —Todo lo que dije, no era verdad...

Las manos de la mujer subieron a la espalda contraria y sujeto con fuerza el cuerpo que le brindaba calor en aquel ambiente frío, lo sabía, sabía todo eso, tal vez sabía más de lo que debería saber, lo sabía desde aquella noche que Shiomi hablo por teléfono con esta y le decía lo que aquel peliblanco no sabía expresar, lo que a él le costaba decir y aun así estaba ahí, tomando la iniciativa de demostrar algo que hacía tiempo empezaba a sentir.

El rostro de la mujer se ocultó en el cuerpo ajeno y dejó a las lágrimas al fin hacer el recorrido por sus mejillas rojas por el frío y el momento, sentía la mirada de varios pero no importó, no en ese momento que necesitaba hace mucho y que ahora que lo tenía no quería que acabase.

—Eres la mejor de todos nosotros, increíble y talentosa, no quería llevarte a donde no pertenecías, tus platillos son libres, y me lo demostraste tantas veces que tuve temor de pensar en quedarme atrás— las palabras que soltaba a su oído retumbaban por su cabeza y le hacía abrazarle más fuerte.

Eso que el veía en ella, no se lo podía creer, no tenía talento, no podía superar a ninguno de sus amigos, su puesto en los consejeros fue suerte, ella no merecía un logro que no conllevará el orgullo de elaborar y las ganas de mejorar, o eso, es lo que ella siempre creyó.

El peliblanco no podía olvidarlo, esa vez que la vio cocinar para los tres, en aquella cocina del laboratorio en el que parecía danzar, parecía bailar entre los ingredientes, bailaba con ellos al integrarlos y preparar los, seguía una melodía tranquila y simple, quedó tan hipnotizado de aquello que tras comer y despedirse quedó congelado, y en blanco, no había otra cosa en la que pensara, había logrado ver un panorama soleado, uno donde el pasto y flores se movían con el viento y las pisadas de la mujer, quien sonreía tan feliz, vestida de un conjunto que le quedaba hermoso y del que no podía simplemente apartar la vista, había sido tan cautivante, que le molesto no ser el único en verlo.

—Regresa...— esa palabra le hizo dudar, ¿regresar? ¿Por qué? —Cuando estés lista, cuando quieras, solo hazlo, todos estaremos esperando por ti— "todos" él, más que nadie lo haría.

No se dijo nada más en los próximos segundos. Había sido correspondido el gesto. Y supuso que la pequeña mujer solo necesitaba ese brazo, los temblores corporales dados por un llanto silencioso le impedían alejarse, además del agarre que tenía por las pequeñas manos que hacían magia en una cocina aferradas a su espalda.

Fueron solo cuestión de un par de minutos en los que permanecieron así, el tiempo se terminaba, y la hora de partir estaba tan próxima que no quería separarse. Pero aun así, lo hizo.

La chica le miro a los ojos, volvieron a ser los mismos ojos verdes que recordaba y que le habían gustado desde el primer día, sin duda, aún con otra apariencia le reconocería por esos perlados ojos verdes.

Se separó total mente tras unos momentos de cercanía, empezaba a darse cuenta del momento y la posición en la que se encontraban, tanto que el coloramiento de su cara ya no era por frío, sino por nerviosismo.

El ruido ocasionado por algo detrás de ella le hizo girarse. Encontrándose con su primo que le veía y volvía a repetir el gesto de antes, bajo la mirada sabiendo que ahora solo quedaba despedirse, regreso al otro y dejó un abrazo rápido antes de alejarse totalmente.

Miro nuevamente al contrario y sonrió ligeramente antes de retroceder, no sabía si despedirse, si decir Adiós o algo que les diera esperanza para volver a verse, un hasta pronto, así que solo sonrió y movió la mano en forma de despedida sin más.

Dio media vuelta al retroceder unos pasos y apresuró su paso a su primo que ya estaba empezando a caminar al muelle para subir al barco que esperaba por ellos, no había escuchado al otro moverse de donde estaba, pero tampoco quiso girarse a mirar sabiendo que volvería sobre sus pasos y haría aquello que su corazón exclamaba, aquello que su mente le decía que sí y momentos después que no.

Su primo no dijo nada, agradeció aquel detalle y entonces solo subió al barco, no estaba lista de dejar lo que construyó en ese tiempo ahí, pero creía que nunca lo estaría.

Ahora solo quedaba recomponer se. Y si el tiempo lo quería, regresaría a donde todos a quienes dejaba le estarían esperando.

[.....]

Fue un tiempo largo transcurrido el que tuvieron que hacer para regresar a su país natal donde fueron recibidos en el aeropuerto por su tía, saludo a esta tras recibir un abrazo y unas palabras de bienvenida al mismo tiempo que se las decía a su hijo.

No estaba lista para regresar a su hogar, pero ya ansiaba poder ver a su familia, ansia poder ver a su hermana y padre.

Nuevos tiempos venían para ella, así que, esperaba poder volver a la normalidad con sus amigos, familia y aquellos a quienes dejo al irse a Japón.


24 Feb 24

:] 

SPICES (Akira Hayama)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora