⁛ Capítulo • VIII ⁘ Dulce hogar ⁛

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Saint odiaba los hospitales. Odiaba el olor a desinfectante, las miradas vacías de la mayoría, si no de todos y todas, las enfermeras y personal médico, el estéril color blanco de las paredes y, especialmente, el dolor y la tristeza que podía ver en todas partes. Le recordaba demasiado al orfanato en el que había crecido, cuando era el niño raro que a nadie le gustaba.

Por esa razón, ansiaba poder salir y aprovechó la oportunidad de dejar el Hospital General apenas tuvo una alternativa. Lo cierto es que todavía sentía mucho dolor y la mitad del tiempo estaba drogado con analgésicos, pero cualquier cosa parecía mejor que quedarse allí.

"Tendrás que estar bajo supervisión", le advirtió su médico. "Las radiografías y tomografías computarizadas ahora muestran lesiones internas, por lo que sería mejor si tu no estuvieras solo".

"No se preocupe por eso, doctor", dijo Zee en lugar de Saint. "Yo cuidaré de él".

Saint ni siquiera se molestó en discutir con Zee. El otro hombre se había propuesto como misión ser su nuevo guardaespaldas. Él salió del hospital solo cuando el personal lo echó pero únicamente bajo la promesa de regresar para recogerlo. Si bien Saint se sintió mal por aceptar el dinero y la ayuda del abogado, la situación le dio la oportunidad de poder estar cerca de él nuevamente, haciendo crecer un sentimiento que retornaba cada vez que volvía a ver al mayor y que era algo que había temido reconocer.

Fue solo cuando se deslizó en el auto obscenamente caro de Zee, que se le ocurrió o recordó que este siempre parecía estar muy ocupado con el trabajo. Demonios, una de las razones por las que Saint originalmente no le había gustado el chico, era porque él nunca había encontrado tiempo disponible para su hermano. Ahora, ¿repentinamente se había ofrecido a actuar como el cuidador de Saint? Mierda. Lo último que quería Saint era ser una carga para los demás.

Cuando Zee le abrochó el cinturón de seguridad en el asiento del copiloto con una delicadeza casi insoportable, la misma que uso para acomodarlo en el auto, como si él fuera de cristal, Saint ya no pudo más y preguntó, "¿Podrías dejarme en mi casa? Yo puedo ocuparme de las cosas por mi cuenta desde allí".

Zee solo presionó un beso en su sien, sin parecer sorprendido en lo más mínimo por el comentario de Saint. "Me preguntaba cuándo dirías eso. Como le dije al doctor Lee, no tengo intención de permitir que te quedes solo".

"Pero Zee, tienes un trabajo, una vida. No puedo interponerme en todo eso".

"No lo harás", respondió Zee, ahora acomodándose a si mismo en el asiento del conductor. "Renuncié a mi trabajo."

Saint había esperado una protesta, tal vez una promesa tranquilizadora de que él terminaría quedando a un lado o que Zee manejaría ambas cosas. Pero las últimas palabras de Zee lo tomaron completamente por sorpresa. "¿Tu renunciaste? ¿En serio?"

Zee asintió. "Entregué mi renuncia temprano esta mañana, antes de volver al hospital para verte. Todavía tengo que ir para terminar con mis casos actuales, pero no voy a tomar ninguna otra carga de trabajo e intentaré hacer la mayor parte de mi investigación desde casa".

Saint solo lo miró fijamente. Esa información no tenía sentido. ¿Zee había dejado su trabajo para hacer de niñero? Eso no puede ser correcto. Incluso si él hubiera querido cuidar de Saint, simplemente podría haberse tomado unos días para contar con tiempo libre, ¿verdad?.

"¿Qué sucedió?"

Por unos momentos, el mayor se quedó en silencio. Salió del estacionamiento, enfocándose en el camino sin mirar a Saint. El comportamiento de Zee inquietó al menor. Esto parecía como algo muy reciente si Zee acababa de presentar su renuncia el día hoy.

Conflicto de Interés || ZaintSeeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora