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Era el primer baile de la temporada, privado, y sabía que toda la aristocracia acudiría. Estaba nervioso, pero sabía disimularlo. No era nuevo en sociedad, su padre lo había enviado a la corte durante una temporada a petición suya expresamente, aunque no había sido como el hubo esperado.

Al entrar en el salón del brazo de su tío, Baekhyun notó que todas las miradas estaban puestas en él, y no porque fuera divino con aquel traje de tela tan fina que dejase ver sus sensuales curvas, sino porque simple y llanamente, era la novedad, el último chisme del que hablar.

Fijó los ojos en la escalera de mármol situada al otro lado del salón, demasiado adornado, albergando algunas antigüedades dignas de algún museo. Todas y cada una de las damas y donceles con quien se cruzó iban erguidos y con la barbilla exageradamente alzada. Se fijó en que un grupo reducido se apelotonaba alrededor de uno de los jóvenes y dedujo que debía de haber heredado un título o una fortuna considerable.

—Admiro el grado de disimulo de la gente, ¿es que no saben mirar cuando te giras? ¿Temen que les dé tortícolis? —le susurró.

Lo que más le molestaba era que la mayoría lo observaban con la barbilla demasiado elevada y con cara de asco y desagrado. Como si él fuese asqueroso. De golpe, se sintió de menos y eso no le gustó. Ahora entendía las palabras que Taemin le había dicho ayer y se dio cuenta de que sería un poco más complicado de lo que había pensado en un inicio.

—No tienen necesidad de ello. Voy a presentarte a los anfitriones.

Avanzaron hasta ellos, un hombre alto, desgarbado y con barba y cabello blanco y una mujer entrada en carnes que no paraba de abanicarse, de cabellos rojizos.

—Conde, condesa, es un honor estar aquí esta noche —dijo Minho—. Les presento a mi sobrino Byun Baekhyun, conde de Medina.

Los ojos de la mujer se estrecharon y analizó a Baekhyun. Sí, había oído los rumores, pero no creía mucho en ellos. En principio el muchacho parecía muy normal.

—Bienvenido, espero que Londres le haya gustado.

—Es fascinante —se limitó a decir Baekhyun, no podía meter la pata y menos con los Kim. Y mucho menos cuando su hijo estaba en su lista de posibles hombres de los que enamorarse.

—Un muchacho encantador —dijo el conde, que estaba más pendiente del vino que de otra cosa.

—Jimin —llamó a su hijo que estaba entretenido hablando con otras chicas y vino a paso ligero—. ¿Conoces a los Choi?

—No tengo el placer.

Kim Jimin tenía el cabello rojizo, recogido en un moño elaborado y llevaba un traje blanco acorde a su posición. Sus ojos verdes tristones parecían intimidados por la presencia de ellos.

Quizás el muchacho no era como se había imaginado en un principio, influenciado por las palabras de Taemin.

Después de las presentaciones pertinentes los condes fueron a saludar a otros invitados, y Jimin se quedó con ellos.

—¿Ha venido su hermano? —preguntó Minho, pues había coincidido con él en alguna ocasión.

—Está por aquí, no suele prestarme demasiada atención. —Tenía un timbre de voz demasiado bajo para el gusto de Baekhyun y debía esforzarse para oírlo.

—Iré a saludarlo. Si me disculpan.

Y lo dejó solo. ¿Qué pretendía su tío? ¿Que se hiciese amigo de Jimin? Era un muchacho tímido, nada resuelto. Y parecía muy joven, no era más que un niño. Con aquel traje amarillo claro y un par de cintas blancas en el pelo, parecía más un vestigio embarazoso de la niñez que un joven debutante. Aun así, decidió darle una oportunidad, era de la opinión que no debía de juzgarse a alguien por su apariencia.

UAP #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora