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Dos semanas después

El patio andaluz de su palacete era la estancia que más adoraba Baekhyun. Podía pasarse horas tumbado en los cojines que hacía poner en el suelo leyendo. Pero esta vez paseaba junto con su amigo Kim Taehyung. Era más menudo que el, de una delgadez extrema y pálida en desmesura, cosa que contrastaba con su cabello tan oscuro, casi negro. De piel pecosa, destacaban sus ojos que, a simple vista parecían claros, pero que, si te acercabas lo suficiente, distinguías que eran más bien de color violeta.

—Cuando me dijeron que volvías, me llevé una gran sorpresa. Incroyable, pensé —le dijo todo convencido—. ¿Cuánto llevas aquí?

—¿De veras? Una semana. Si estaba clarísimo que volvería en menos que canta un gallo. Inglaterra es horrible, horrible —repetía sin cesar.

Taehyung lo miró desdeñando sus palabras. Lo conocía muy bien, y aunque no lo hubiera hecho habría notado que exageraba y que no decía toda la verdad, era demasiado transparente.

—Baekhyun, dime la verdad. ¿Querían tu fortuna, es eso? No puedes fiarte ni de la familia hoy en día, merde du monde.

Cabizbajo, lo negó.

—No es eso, sí eran buenos, muy buenos. Fue... —Se le quebraba la voz solo de recordarlo.

—Un anglais, mon dieu. ¿Cómo pudiste enamorarte de un inglés? Si seguramente eran como el agua y el aceite.

Lo que le gustaba de Taehyung era su carácter aparentemente pacífico. El nunca perdía los nervios, sabía actuar bajo presión y nunca se dejaba llevar. Era, si se lo proponía, tan invisible como un sirviente o al contrario, el alma de la fiesta. Lo cierto era que le chiflaba cómo era capaz de conseguir cosas con solo proponérselo, cómo estudiaba a la gente para sacar provecho y cómo le funcionaba. En definitiva, Taehyung era un perfecto manipulador. Y por eso mismo había encajado en la Corte tan bien.

A veces también se preguntaba por qué lo había escogido a el como su único amigo y confidente, y supuso que necesitaba a alguien opuesto en quien confiar. Pese a todo, Taehyung nunca lo metía en sus juegos y manipulaciones y nunca lo había traicionado.

—No tanto. En el fondo él era algo estricto, pero creo que nos complementábamos bien, ¿sabes? Me marcaba los límites y a la vez confiaba en mí. Creo que habríamos funcionado —dijo muy a su pesar—. Pero ahora ya no importa.

—Mon dieu, Baekhyun, estás realmente enamorado —susurró el sin creérselo.

—No importa, saldré adelante. Tengo que buscarme a un amante. O un marido primero y luego el amante, ¿no crees?

—Creo que deberías pensar en recuperar a ese inglés.

—Ni hablar. Está con otra, va a casarse con otra. Yo no soy el segundo plato de nadie, querido.

—Chérie, no se trata de ser el primero o el segundo, sino el postre. —Se guiño un ojo.

—Pues ha escogido a un carrot cake —suspiró.

—Echará de menos al tocinillo de cielo. Pues qué lástima, porque esta créme brûlée quería pisar tierras inglesas.

—¿Para qué?

—Ahora que mi tío abuelo ha muerto, no voy a seguir en la Corte. Mi única salida sería casarme con alguien rico, y no me da la gana, al menos con ninguno de los que conozco. Pero un inglés... podría estar lo suficientemente lejos —pensó en voz alta.

Baekhyun suspiró, dándose cuenta de que la comunicación con Taehyung podría haber sido clave para que lo tachasen de espía bonapartista. Sabía que el no era trigo limpio, que tenía secretos y que su estrecha relación con el marqués de Aracena estaba plagada de conspiraciones.

UAP #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora