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Los rayos de luz entraban por la ventana y el sonido de un carruaje en marcha lo despertó.

Enseguida se acordó de lo que había pasado la noche anterior y una mezcla de miedo y alegría lo marearon.

"Cristo resucitado, Baekhyun, acabas de entregarle tu inocencia a Park Chanyeol, y todo por no poder reprimirte".

Con la mano derecha subió la sábana hasta taparse hasta el cuello y abrió los ojos. Chanyeol ya no estaba. Sintió un vacío extraño, pero pronto se le pasó al ver un trozo de papel en la almohada que antes no había visto. Era de él, diciendo que no quería despertarlo y dejándole una frase cuyo autor desconocía: "Ámame, amor, tu soplo resucita".

Medio sonrió al leer eso, dejando ir un suspiro, pero pronto su expresión cambió radicalmente al horror. ¡Se estaba convirtiendo en un pánfilo total! Y había perdido por completo la cordura.

No sabía qué hora era, pero llamó a la doncella para que lo ayudase a vestirse. Mientras, no podía pensar en otra cosa que en la figura de Park Chanyeol completamente desnuda, sus manos acariciando cara rincón de su cuerpo y, por supuesto, ese gozo tan intenso. También empezaba a dolerle un poco la cadera, cosa que le recordaba que no debía de haber presionado tanto.

Una vez vestido, perfumado y emperifollado, bajó a desayunar.

—Conde, su correspondencia. —Un miembro del servicio le entregó una carta. Era de Kim Seokjin, así que extrañado, la abrió con rapidez.

"Querido Baekhyun, No es mi intención importunarte, espero que estés pasando unos días excelentes en Dover y que todo esté yendo según tus deseos. No te escribiría si no fuese verdaderamente importante, pero ha surgido algo acerca de mi situación. En cuanto vuelvas, escríbeme para citarnos, así podré contarte con todo detalle lo que ha sucedido.

Kim Seokjin".

Por suerte, su estancia en Dover llegaba hoy a su fin ya que ni Minho ni Chanyeol podían ausentarse de una de las sesiones del Parlamento del lunes.

—¿Y esa carta? ¿Kim Seokjin? —leyó Taemin del sobre.

—Limamos asperezas, no es malo. Te lo dije, que era inofensivo.

—Yo no me fiaría demasiado, las perfectas rosas inglesas también tienen espinas —dijo el, sabiendo cómo eran.

—Qué poético te has levantado hoy —comentó—. ¿Mi tío se perdió de camino a su habitación y acabó en la tuya? —insinuó divertido.

—No digas sandeces. Solo me faltaría que mi reputación se viese arruinada del todo, entonces no me caso ni en otra vida.

—Mira que llegas a ser exagerado —comentó mientras le hincaba el diente a una de las pastas de té. Estaba muy hambriento esta mañana.

—Y hablando de reputaciones, querido, tienes suerte de que Minho no se percate de nada en absoluto y que los vea con ojos inocentes, porque si el numerito del barco lo llegan a ver alguna de esas viejas a quienes les encanta el escándalo, ya serías noticia.

—No puedo evitarlo, Taemin. Ya sabes que tengo sangre española y que así somos, impulsivos y pasionales. Soy de sangre caliente, ¿sabes? Y si Chanyeol, con ese cuerpo atlético, los hombros anchos y el trasero que tiene se me pone a tiro, no puedo ignorarlo —se justificó.

Taemin puso los ojos en blanco y dio un sorbo a la taza de té.

—Baekhyun, no tienes remedio.

No, no lo tenía en absoluto. Pero a esas alturas de su vida no pensaba cambiar.

...

No dejaba de toquetear el abanico, de abrirlo y cerrarlo y de pasar sus largos y estilizados dedos por la madera. Baekhyun se estaba poniendo de los nervios.

UAP #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora