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Cruzó el pasillo sin ninguna prisa, ya habían tenido sesión y no tenía ganas de volver a casa. Allí poco tenía que hacer, había adelantado el trabajo de una semana solo por evitar pensar en aquel demonio de ojos almendrados que le robaba el sueño. Pero quería verlo, tenía una necesidad imperiosa de hacerlo. Le debía una visita a Minho, lo estaba ignorando y podría pensar cosas que no eran o peor, sospechar algo. Siendo honesto, deseaba verlo, no lo había hecho desde la cena de los Kim y su voz, su imagen lo perseguían allí donde fuese. Pero se negaba a pensar que pudiera albergar sentimientos hacia él, era un niño. Con ojos de gato atrayentes, pero un niño para él.

También había sido contactado, de nuevo, por Jung así que tendría una visita a mediados de esa misma tarde para hablar sobre sus descubrimientos. Había algo que estaba seguro de que a Jung le parecería sospechoso, y era la correspondencia con Kim Taehyung, un francés que se encontraba en la corte de Fernando VII.

Después de la guerra de los españoles contra la invasión francesa, había quedado clara su poca lealtad hacia Napoleón, pero también su poca lealtad en general, con nadie. Se había aprovechado del emperador para sacar del trono a su propio padre Carlos IV, pero para recuperar el trono tuvo que luchar contra la invasión francesa. No podía negar que dicho monarca era suertudo verdaderamente, pues había sido apoyado por el pueblo llano en contra de toda lógica; Fernando VII era un monarca absoluto mientras que Napoleón tenía ideas revolucionarias acerca de la educación incluso promulgando una constitución en Francia.

Dudaba que Kim Taehyung, noble francés exiliado durante la Revolución francesa, fuese un contacto de Baekhyun para apoyar a Napoleón, pero sabía que Jung no lo vería del mismo modo.

Se detuvo en seco al ver, al otro extremo del pasillo, a su hermano. Sí, era Jungkook, lo reconocería en cualquier parte. Lo había tenido que seguir en infinidad de ocasiones de adolescente, para sacarlo de ciertos antros innombrables. Giró sobre sus propios pasos y caminó deprisa hasta alcanzarlo. Allí estaba también Kim y otro hombre, más menudo y de cabellera larga con coleta. No lo reconoció de espaldas.

—Jungkook, ¿qué haces aquí? —le había dicho muchas veces de visitar el Parlamento, pero nunca había acudido. No, ni Kim ni él eran miembros de la Cámara de los Lores.

—Haciendo una visita. Tenemos prisa, nos vemos en casa —dijo él, algo inquieto.

Supo que algo le estaba ocultando y antes de que se girasen, pudo ver el rostro del tercer integrante.

Chanyeol siempre había sido el hermano responsable, bastante más mayor que Jungkook. Tenía sus defectos, como todos, pero los ocultaba, también como todo hombre que se precie. Tenía mal carácter y no perdonaba los errores, pero eso era porque tampoco se perdonaba los suyos con facilidad. Su perfeccionismo había dado lugar a la creencia de que él era el mejor en casi todo. Y eso sumado a poseer uno de los títulos más poderosos de Inglaterra desde que apenas tenía dieciocho años cuando murió su padre, ¿quién podría culparlo de sentirse un ser superior? Así que, al ver a la única persona que se había atrevido a retarlo, la que le lanzaba reproches a cada momento, lo desairaba en público y, no satisfecho, se colaba en su pensamiento, enfureció.

—Reconocería esos ojos en cualquier parte —murmuró, y sin darle tregua, alzó a Baekhyun y lo cargó al hombro como si de un saco se tratase.

—¡Bájame ahora mismo, Park! —gritó él, dando patadas por doquier.

—Chanyeol —dijo Jungkook, pero ante la mirada de furia, se calló.

—Márchense ahora mismo —les ordenó, y se fue hasta una de las puertas más cercanas mientras Baekhyun no paraba de gritar.

—¡Eres una bestia sin modales, mangurrián! —decía él luchando para que Park lo bajase.

Cuando hubo cerrado la puerta, lo hizo, pero siguió sujetándolo por los hombros con sus fuertes manos.

UAP #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora