El sobre llegó a la oficina de Taemin entregado en mano por la recepcionista de la planta baja. Taemin miró su nombre escrito y supo, sin dudarlo un segundo, que ésa era la caligrafía de Choi Minho. Sostuvo el sobre blanco en la mano unos minutos, con el corazón acelerado. Habían pasado dos días desde su cena con Minho y no había podido dejar de pensar en él. Se había comportado de una manera terrible, distante y poco amistosa, mientras él se esforzaba por ser cordial y amable.
Cuando la dejó en el aparcamiento, junto a su coche, casi había bajado de un bote, debido a su desesperación por distanciarse. Se preguntó qué había hecho él que fuera tan terrible para merecer ese castigo. En primer lugar, había sido agradable y divertido, dos crímenes horribles, mientras el se comportaba como un viejo gruñon. No se sentía orgulloso de sí mismo; de hecho, Taemin se sentía fatal por todo el asunto.
—Adelante, ábrelo —dijo en voz alta.
—¿Estás hablando contigo mismo otra vez? —criticó Kibum—. No sueles hacerlo hasta que la jornada está a punto de terminar.
—Minho me ha enviado una nota —alzó el sobre para que su amigo lo inspeccionara, pero daba la impresión de que sujetaba una granada de mano y temía que le explotara en la cara de un momento a otro.
—Ya me pareció que la recepcionista tenía cara de envidia. Seguro que él está abajo, esperándote.
—Oh —no se sentía capaz de pensar en eso.
—Por Dios santo —exclamó Kibum—, no te quedes ahí sentado, ábrelo.
Taemin lo hizo, con un entusiasmo que se negó a analizar. Leyó la breve nota antes de mirar a su amigo.
—Quiere ofrecerme una visita guiada a la base de Busan, mientras haya oportunidad. Ya sabes que hay muchas posibilidades de que la Marina decida cerrar la base. Dice que debería echarle un vistazo, aunque solo sea para recordar tiempos pasados.
—¿Cuándo?
—Mañana Y tienes razón, está abajo esperando mi respuesta.
—¿Vas a hacerlo? —la pregunta de Kibum quedó en el aire, como una araña suspendida de un hilo.
Taemin no lo sabía. Pero de repente lo supo. Sentía una intensa añoranza, no un deseo físico, pero sí un torbellino emocional que hacía que se sintiera vacío por dentro. No quería tener nada que ver con ese alférez de navío, no quería que lo atrapara en las redes de su fuerte atractivo sensual. Sin embargo, había quedado atrapado desde el momento en que se besaron, a pesar de su resistencia.
Él lo paralizaba lo retaba. Representaba todo lo que Taemin declaraba no querer en un hombre, pero también todo aquello que había anhelado encontrar.
—¿Y bien? —la aguijoneó Kibum—. ¿Qué vas a hacer?
—Yo voy a hacer esa visita.
Kibum dejó escapar un «bravo» que atrajo la atención de cuantos se encontraban en la enorme sala. Varias personas asomaron la cabeza por la puerta de sus despachos para enterarse de qué había provocado tanto entusiasmo.
Temblando por dentro, pero compuesto por fuera, Taemin tomó el ascensor de bajada. Minho esperaba en el vestíbulo. Estaba de espaldas a el, delante del tablón de información. Llevaba el uniforme de gala y tenía las manos a la espalda, sujetando su gorra.
Debió de percibir su presencia, porque se dio la vuelta.
—Hola —saludó Taemin, con el corazón tan pesado como la humedad que cargaba el aire esa lluviosa mañana.
—Hola —contestó él, con voz grave y ronca.
—He recibido tu nota —Taemin bajó la vista, sintiéndose nervioso.
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LCM
FanfictionEsta es mi segunda adaptación, le tengo mucho aprecio, así que la tendrán de nuevo.