—No podías dejarlo tal y como estaba, ¿verdad? —gritó Taemin, batallando contra una ira que amenazaba con consumirlo. Las lágrimas desdibujaron la imagen de Minho y, por un segundo, fue incapaz de distinguir sus rasgos. Cuando por fin pudo hacerlo, le dolió el corazón.
—No, no podía dejarlo —replicó Minho con brusquedad—. Si quieres terminar, bien, que sea cómo quieres. Pero no te lo voy a poner fácil.
—Oh, Minho —susurró él. Su ira desapareció tan rápido como había empezado—. ¿De veras crees que fue fácil?
—Dilo, Taemin. Dime que quieres que salga de tu vida.
Minho se alzaba ante él como una nube de tormenta, oscura y amenazadora. Taemin tenía la sensación de tener los pies enterrados hasta los tobillos en cemento.
Necesitaba poner unos centímetros de distancia entre ellos, darse espacio para respirar. Estaba teniendo problemas para que el oxígeno le llegara a los pulmones.
—¿Podríamos ir a otro sitio a discutir esto? —apenas consiguió pronunciar la sugerencia. Su necesidad de estallar en sollozos era sobrecogedora.
Le costaba tanto hablar como respirar.
—¿Dónde? —Minho dio un paso atrás y se apartó de él.
—Hay un... restaurante italiano no muy lejos de aquí. —Fue lo primero que se le ocurrió y en cuanto acabó de decirlo Taemin comprendió que intentar hablar allí sería imposible.
—No pienso hablar de esto en una sala llena de gente, donde todos puedan escucharnos.
—De acuerdo, elige tú. —No había sido buena idea sugerir un restaurante, pero a Taemin no se le ocurría ningún otro sitio al que ir.
Deseó con todo su corazón que Minho hubiera aceptado su carta y lo hubiera dejado así. Que estuviera allí inesperadamente, enfrentándose a él, hacía que todo fuera más difícil.
—Si vamos a hablar, tiene que ser en un sitio privado —insistió él.
—Ah... —Taemin titubeó.
—Mi habitación de hotel —sugirió Minho, pero lo dijo como si esperase que él rechazara esa opción.
—De acuerdo —accedió Taemin, sin cuestionar su idea. Su pensamiento básico era acabar con el asunto lo antes posible. No importaba dónde hablaran, porque en el fondo de su corazón sabría que no tardarían más de unos minutos—. No tengo mucho tiempo.
—¿Tienes una cita? —ladró él.
—No... Se supone que debo asistir a una conferencia.
—¿Cuándo?
—A las siete.
—Allí estarás. —Minho echó a andar, esperando que él lo siguiera. Taemin lo siguió a regañadientes, deseando poder evitar la confrontación, a sabiendas de que era imposible.
Caminaba deprisa y Taemin casi tuvo que trotar para mantenerse al ritmo de sus largas zancadas. Habían recorrido cuatro o cinco manzanas cuando él entró en una puerta giratoria de cristal que conducía a un elegante vestíbulo de hotel.
Se detuvo en la puerta del ascensor para que Taemin lo alcanzara. Él estaba sin aliento para cuando cruzó la mullida alfombra roja y blanca.
Desde que conocía a Minho, nunca lo había visto así. Parecía carente de emoción y sentimientos. Distante, como si nada que él pudiera decir o hacer pudiera desconcertarle.
Su habitación estaba en la décima planta. Abrió y sujetó la puerta para dejarlo entrar. Era una habitación estándar, con cama doble, mesilla y una cómoda, en la esquina, cerca de la ventana, había una mesa y dos sillones tapizados en color verde oliva.
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LCM
FanfictionEsta es mi segunda adaptación, le tengo mucho aprecio, así que la tendrán de nuevo.