Capítulo 2

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Daniela

En realidad mi color favorito para vestir no es el rosa, se me hace muy fresa a mi parecer. Sin embargo, debo agradecerle a Grisel, mi mejor amiga por prestarme algo de ropa. Ya que debido al incidente de hoy en mi departamento, no tenía nada que ponerme para ir de fiesta está noche.

Así como lo escuchan, esta noche es de fiesta y el cuerpo lo sabe. No me quedaré en casa aburrida o triste por lo que pasó, eso nunca.
Me había puesto para salir una falda de cuadros rosada claro y la acompañe de un top de encaje color blanco. Como al caer la tarde ya empezaba a refrescar y no tenía intenciones de enfermarme, me coloqué un pequeño chaleco rosa y unas botas altas color café.

Ya casi llegaba la noche y aún me faltaba maquillarme, así que con la paciencia del mundo. Comencé a hacerlo en lo que mi amiga se bañaba.

Luego de hacerme un maquillaje sencillo y de dejar mi pelo suelto en ondas. Sin duda lo que veo en el espejo me gusta, soy una mujer que siempre se a sentido segura de su cuerpo y cuando le saco su verdadero potencial. No es por nada, pero valgo la pena.

Como mi amiga empezó a arreglarse después que yo, una hora y media después estábamos saliendo de su departamento.

Eran las 9:30 y ambos estábamos subiendo al taxi que nos llevaría directo al bar más famoso de la ciudad, no por gusto trabajo tanto y tengo dinero. Gastarlo un día con mi mejor amiga vale la pena y si íbamos a tomar lo más recomendable era viajar en taxi.

- Me gusta que no seas una mujer llorona, el desgraciado de Nils no se merece ni una sola lágrima tuya - dijo Grisel mientras revisaba su maquillaje.

- Dime tu cuando yo he llorado por personas que no valen la pena. Por mi Nils se puede ir al mismísimo infierno, está noche es para perder la cabeza y no para pensar en personas indeseables.

- Tienes razón, pero eso no quita que cuando yo vea a la pequeña zorra de Ariadna le de su merecido. Es mi desquite por ser tan falsa.

- Como quieras, realmente me da igual.

- ¿No has sabido nada de tu hermana aún?
No, esa mi siquiera se digna en llamarme. Sigue supuestamente molesta porque la mandé a estudiar a Estados Unidos, ya me llamará cuando necesite algo o se meta en problemas.

- Está bien, tu sabrás.

Luego de esa conversación que sirvió para matar el rato. Llegamos al bar y en la entrada había una gran fila para entrar, que lástima para ellos que deben de hacer la cola. Avanzo tomando la mano de Grisel mientras las personas protestan y al llegar a la puerta veo a mi héroe.

Justo en frente de mí, está Erik. Una rubia divina que fue uno de mis ex parejas, pero que a decir verdad es el único con el que me llevo bien porque terminamos como amigos. Este al verme, quita la tira roja y me deja pasar mientras yo después le pellizco una nalga haciendo que de un pequeño brinco.

Ya dentro de "Inferno" porque así se llama el lugar. Vemos como está abarrotado de personas que bailan unas pegadas a las otras sin importar de que género sean.

Algo que me llama mucho la atención de este bar porque todo se vale si estás una noche en el "Inferno".

Camino entre la multitud enloquecida y logro llegar a una mesa que está a un costado de la pista de baile.

- Me encanta este lugar - me dice mi amiga al oído - De aquí hoy salgo con un amigo de esos que solo son para una noche.

- No creas que tú sola saldrás así, la que consiga un hombre primero le avisa a la otra.

- ¡Hecho!

La noche apenas empezaba y el ambiente estaba que ardía, solamente estábamos bailando al ritmo de la música de fondo mientras el alcohol recorría nuestro sistema. Hacia mucho que no la pasaba tan bien ni me divertía tanto, creo que en algo Ariadna tenía razón. Me centraba mucho en el trabajo y me olvidé de que era una mujer que también necesita de momentos como este. Momentos de descontrol y diversión.

No se cuanto tiempo ha pasado, ni cuánto alcohol e ingerido. Solamente se que la estoy pasando de maravilla junto a mi mejor amiga y de repente, unas manos grandes rodean mi cintura.

Siento como esa persona me atrae hacia su cuerpo y en mi espalda puedo sentir un pecho fuerte. Me doy la vuelta para ver el rostro de la persona que me tiene entre sus brazos y mondieu, hasta ahora recuerdo que soy francesa.

Frente a mi, tengo al hombre más impactante de la historia. Un ejemplar que jamás había visto. Este era rubio, de ojos verdes y su cuerpo era como una montaña de músculos por dónde sea que lo mires. A eso podríamos sumarle que su aroma varonil y fino podría hipnotizar a cualquier persona.

Siento sus descaradas manos recorrer mi cuerpo y ya sé perfectamente lo que él está buscando, algo que yo estoy dispuesta a darle solamente si puedo montar a semejante semental esta noche.

Así que mejor que el mundo se prepare porque esta noche va a temblar.

El padre de mis Hijos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora