Capítulo 9

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Daniela

Ya ha pasado una semana y mis hijos han estado yendo conmigo al trabajo. La verdad es que no me dan que hacer, sin embargo, no me gusta para nada la idea de que no estén en la escuela.

Tras mi visita a la señora Dante, debido a que ella quería una boda bastante colorida. Le sugerí que hiciéramos la fiesta en la playa, ya que así ella podría escoger todos los colores que deseara y sería una boda tropical. Al ella escuchar mi propuesta, esta no dudo ni un segundo en aceptarla y gracias a eso el trabajo se nos facilitó.

Hoy en la tarde tenía una cita con mi siguiente oferta de trabajo y según los datos que me dieron me quieren para organizar una fiesta de cumpleaños. Solamente que no se si es una fiesta infantil o para un adulto, aunque eso ya lo sabré luego.

— Mami me aburro —me dice mi pequeña Ethel— Mi hermano no quiere jugar conmigo porque está leyendo un libro sobre tiburones.

— Ethel cariño, mami ahora no puede jugar contigo, estoy muy  ocupada. Maylan no pudo venir a trabajar hoy y estoy sin secretaria, por lo que el trabajo es el doble.

— Pues genial, yo puedo ser tu secretaria el día de hoy.

— Hija me encantaría que fueras mi secretaria, pero esto no es un juego y yo no puedo permitir que hagas eso.

— He visto como Maylan hace su trabajo y puedes estar segura de que me se cada cosa que se debe  hacer —me dice con un pequeño puchero de bebé que hace que me derrita en segundos

— Mira, hagamos algo. Tu solamente pásame las llamadas y toma nota de todo lo que yo te diga. No toques ningún papel y de esa manera me ayudarás ¿Bien?

_ Está bien, entonces me voy a mi escritorio jefa.

Veo a mi pequeña hija salir de mi oficina con una sonrisa y aunque se que ella podría hacer el trabajo de Maylan, mejor la mantengo al margen de esto.

Me paso toda la mañana hasta el mediodía, resolviendo todos los pendientes que tenía, desde facturas a proveedores hasta nuevos encargos y sitas para pruebas de banquete, entre otras cosas.

A la hora del almuerzo, llamé a un restaurante de comida china para que nos la trajeran a la empresa. Mis hijos tenían deseos de comer sushi y a mi también se me antojo. Durante la comida, mi hijo me platicaba de todas las cosas interesantes que aprendió sobre los tiburones en su libro y decía que cuando el fuera grande iba a nadar con ellos. Algo que obviamente no quiero ni imaginar, ya que yo como madre no soportaría saber que mi hijo está rodeado de esos depredadores.

Ethel sin embargo me leía mi agenda con los pendientes que Maylan había dejado para mi y me recordó que después del almuerzo tendría que reunirme con otro cliente.

Ya habíamos terminado de almorzar y los tres juntos estábamos cepillando nuestros dientes. Siempre en mi bolso traigo un juego de cepillos para que ellos entiendan la necesidad de lavar sus dientes, eso y que no me gustaría atender a un cliente con olor a comida en mi boca.

Cuando la hora de la cita se acerca, preparo todo lo que necesito y veo que Ethan se ha quedado dormido en el sillón.

Camino hacia el sin intenciones de despertarlo y una vez cerca, me agacho para acariciar su carita. Aún me acuerdo cuando solo era una cosita chiquita y me gustaría que volviera a serlo para protegerlo siempre.

Después de dejar un beso en su mejilla, frunzo el ceño al escuchar como mi pequeña Ethel habla al parecer con alguien.

— Pues fácil, desde lejos se nota que usted no quiere estar aquí y de seguro la bella chica a su lado lo ha obligado a venir. Las chicas siempre conseguimos lo que queremos. Usted debería dejar de ser alguien frío y de mal carácter, eso le da pie para que sea alguien arrogante.

— Vaya hermanito, esta pequeña te ha descrito a la perfección.

Abro los ojos de par en par al escuchar lo que mi hija dijo, como se le ocurre a esa niña decir semejantes cosas a alguien que ni conoce. Salgo de inmediato de mi oficina y veo a tres personas paradas justo delante de mi hija, mientras que ella los mira como si los conociera de toda la vida.

Sus miradas se posa sobre mi y me quedo mirando por unos segundos a la más penetrante de todas, quien me mira desde unos centímetros más arriba, gracias a su favorecedora estatura. Se me queda mirando como si fuera un fantasma y y por los que mi hija dijo la más probable es que lo estuviera describiendo a él ya que su presencia en si transmite poder y frío.

Su atractivo era del tipo de hombre esculpido a mano por los mismísimos dioses. Esos que te invitan a pecar y provocan los deseos más impuros nada más de verlo.

Las otras dos personas a su lado eran la chica y otro joven bastante bonito, pero nada que ver con el rubio sexy de mirada gélida.

— Hasta que te encontré. Después de tanto tiempo y te vengo a encontrar justo aquí.

Las palabras del rubio me dejaron desconcertada, ya que yo jamás lo había visto y si lo hubiese hecho jamás me olvidaría de alguien como él. Es que vamos, dudo mucho que él sea del tipo fácil de olvidar.

El padre de mis Hijos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora