TaeHyung quiere demostrarle a su mejor amiga que invitar al chico que le gusta a una cita no es tan difícil, por eso decide darle un ejemplo:
"Hey, Jeon JungKook ¿Quieres ir a una cita conmigo?"
Ese fue el día más feliz de la vida de JungKook. El...
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Cuando la puerta del baño se cerraba detrás de JungKook, el chico solo alcanzaba a dar dos pasos hasta que sentía una mano envolverse en su brazo, un poco arriba de su codo, justo donde se formaban sus bíceps.
Al girarse, se topaba con ese perfecto rostro algo cubierto por los rizos azulados, y aunque su corazón le decía que huyera —otra vez—, su cerebro le pedía lo contrario. Así mismo, el ángel a su derecha le susurraba nada más que tartamudeos, mientras que el diablillo a su izquierda lo incitaba a seguir con su nueva personalidad... o su intento de ella.
Afortunadamente, TaeHyung hablaba primero.
— Al fin te encuentro — decía regulando cada vez más su respiración. JungKook recién notaba ese detalle. — ¿Estás bien? ¿Qué pasó?
El menor casi quería sonreír al percibir el interés.
— ¿Por qué te fuiste así JungKookie?
Todo atisbo de sonrisa se esfumaba.
En su lugar, sólo comenzaba a maquinar una excusa rápida.
— Me dieron... náuseas — atinaba a decir.
— ¿Náuseas? — el peliazul preguntaba recordando el momento entre ellos antes de que JungKook corriera.
No entiende porque su corazón, el cual antes estuvo latiendo muy rápido al acariciar la mano de JungKook, ahora se torna algo pesado ante la declaración del menor.
El pelinegro percibe como el agarre de TaeHyung sobre su brazo se afloja en demasía y el gesto de confusión se apodera de su bello rostro. Y es quizás el diablillo a su izquierda o su cerebro ganándole a los nervios de su corazón, pero JungKook atina a aclarar la situación aunque no esté del todo seguro que el rostro decepcionado de TaeHyung sea por un sentimiento más allá de la amistad.
Pero para ser sinceros... ni siquiera TaeHyung lo sabe.
— Es que antes tuve que... co-correr.
"Maldita lengua"
— ¿Correr?
— La profesora me mandó por unos libros y tuve que correr para no... para no tardar tanto, ajá, eso.
— Oh...— él peliazul asentía lentamente, su mirada no se despegaba de la del menor, tan ajeno al revoltijo de emociones que explotaba en el interior de este. — De acuerdo ¿Ahora estás bien?
— Lo estoy, sí — su mirada seguía el camino de la mano de TaeHyung cuando esta se separaba por completo.
Había tenido otro pequeño tropiezo, ahora no podía tambalear. Por ello, sacudía al ángel en su derecha y se dejaba guiar por por esa voz a su izquierda.
— Pero el timbre ya ha sonado — decía moviéndose hacia el costado de TaeHyung. — Déjame acompañarte a tu salón, caramelito.
— Claro... sí — la mención de su reciente apodo hacía enrojecer las mejillas del mayor, pero JungKook no lograba apreciarlo, pues su brazo se envolvía rápidamente en los hombros ajenos, en busca de que su propio sonrojo al lograr pronunciar el mote cariñoso, no fuera percibido.
