A Yoongi comienza a gustarle Hoseok, pero tiene que seguir fingiendo su heterosexualidad frente a sus amigos, porque no desea recibir sus crueles burlas por volverse un rarito.
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Yoongi guió a su nuevamente novio con él, hacia la cama, tomó asiento y sentó a Hoseok en su regazo.
—Está bien —suspiró profundamente—, pero hay que ser sinceros, Hoba... ¿Verdad que ese wey quiere contigo?
—Yoongi... Es que eso no importa, amor... Lo importante es que yo solo tengo ojos para ti.
El pálido acercó la nariz hacia el cuello y aspiró su aroma a suavizante de telas. —Bueno, pero voy a hablar con él y a pedirle que no se meta en nuestra relación.
Hoseok le dio un suave manotazo, haciendo que Yoongi riera en su cuello. —Changbin nunca se metió en nuestra relación, Yoon. Él respeto todo el tiempo que estuvimos solos. Además, él ya está saliendo con alguien. No tienes que preocuparte.
El pálido salió de su escondite y observó fijamente sus ojos. —Te amo, Hoseok —afirmó sinceramente, regalandole una brillante sonrisa.
—Te amo, Yoongi... Bueno, vamos abajo...
—Chale... Tus papás me van a cagar...
—Puede ser, pero no voy a dejarte solo.
En la planta baja, el señor Jung se quedó de pie frente a los amigos del pálido, luego de haberles ofrecido una taza de café a cada uno.
Guardó ambas manos en los bolsillos de su bata y negó lentamente. —Así que ustedes estuvieron molestando a mi hijo —dijo con tono molesto.
Ninguno se atrevió a mirarlo, solo podían ver su humeante bebida.
—Cielo... —Se acercó su esposa para calmar su enojo.
Pero el padre de Hoseok no le tomó atención.
—Se burlaron llamándolo maricon... Si ustedes son tan hombrecitos, ¿por qué no dan la cara? —Continuó.
—Señor... Nosotros... —Namjoon intentó explicarle, ya que nadie se atrevía a hablar.
—Por favor perdón, señor don papá de Hoseok —musitó Jungkook, totalmente avergonzado—. Somos muy imbéciles, lo sabemos.
—La neta sí estamos arrepentidos, el Hoseok es buena onda —agregó Jimin para no dejar solo a su amigo.
—Chicos, no está bien molestar a los demás. No está bien involucrarnos en las ideas, gustos y preferencias de los demás —mencionó la madre de Hoseok—. ¿Acaso les gustaría que alguien llegara y se burlara por ejemplo, de sus mamás? ¿Ó de alguien cercano a ustedes? ¿Se sentirían cómodos si alguien los molesta?
—No... —Volvieron a responder todos.
—Esta vez voy a aceptar sus disculpas, pero si vuelvo a enterarme que siguieron lastimando a mi hijo —el señor Jung los apuntó con el dedo índice—, voy a encargarme de ustedes. No le temo a la prisión si se trata de defender a mi familia —formó una sonrisa macabra, tratando de intimidarlos.
