A Yoongi comienza a gustarle Hoseok, pero tiene que seguir fingiendo su heterosexualidad frente a sus amigos, porque no desea recibir sus crueles burlas por volverse un rarito.
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Hoseok se levantó muy temprano y se alistó para visitar la universidad en dónde se inscribiría. Quiso entrar en dónde su prima asistía pero sus padres le ordenaron entrar a una privada, ya que toda su vida había estudiado en escuelas privadas, en esa ciudad eso no cambiaría.
Yoongi se despidió de él, dándole las gracias por darle asilo por esa noche.
Sobre lo del beso y la confesión, no se habló nada, y Hoseok lo agradecía porque no quería tocar ese tema, no aún.
Pudo obtener un lugar en aquella universidad, afortunadamente no iba a perder el año. Aunque era un colegio privado, no se parecía nada al lujoso colegio al que asistía en su otra ciudad, pero se sentía feliz por seguir estudiando.
Le indicaron que debía pedir la lista de lo que necesitaba comprar para comenzar el curso, además que debía pasar a comprar los libros en la biblioteca dentro de las institución.
No había mucho personal, así que tuvo que averiguar por su cuenta, en dónde quedaba la biblioteca. Guiándose de un mapa, caminó por los alrededores, pasando por lindos jardines, hasta que se encontró con alguien a quien definitivamente no se esperaba.
Taehyung, uno de los chicos del grupo, se encontraba en uno de los jardines, barriendo el pasto seco con un rastrillo.
No había nadie más cerca, y Hoseok no quería ser descubierto, no quería relacionarse mucho con él, porque Taehyung era el más pesado y poco tolerante de todos los amigos. Pero la biblioteca quedaba justo del otro lado, así que tenía que pasar por ese camino.
—Mierda, ¿por qué a mí? —se dijo a sí mismo y retomó su caminata, bajando la cabeza para evitar mirarlo.
Pero el chico atractivo escuchó sus pasos, así que detuvo su labor para dejar pasar a quien fuera que se acercaba.
Taehyung fijó su mirada en él, sosteniéndose del rastrillo, enarcó una ceja observando el ajustado atuendo del chico: un pantalón formal de tela azul brillante, completamente pegada a sus muslos. Y una camisa blanca, perfectamente estilizada, y arremangada hasta los codos.
—¿Hoseok? —pronunció su nombre, cuando pasó justo a su lado.
Hoseok se detuvo e intentó sonreír por mera educación. —Oh, Taehyung, hola.
—¿Qué andas haciendo aquí? No me digas que aquí vas a estudiar.
El contrario suspiró pesado, esperando que la conversación fuese corta. Sostuvo la correa de su mochila cruzada y asintió. —Sí, he venido a inscribirme.
Taehyung casi resopló con burla y humedeció sus labios con la lengua. —Que pregunta tan más pendeja, discúlpame.
—No, no, ¿por qué lo dices?
—Porque, ¿qué más podría estar haciendo un riquillo como tú en un lugar como este?
Hoseok rascó su nuca, sintiéndose incómodo porque con Taehyung casi no había cruzado muchas palabras.
