A Yoongi comienza a gustarle Hoseok, pero tiene que seguir fingiendo su heterosexualidad frente a sus amigos, porque no desea recibir sus crueles burlas por volverse un rarito.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¿Cómo te ha ido estos días con Sooji? ¿Te estás adaptando? —preguntó el padre de Hoseok, en medio de la hora de comida.
Sentados en el comedor, degustaban la comida que habían pedido a domicilio, pues nadie tenía tiempo de cocinar.
—Algo así, papá. Sooji es muy amable en presentarme a sus amigos, pero todo es tan diferente a mis amigos, a lo que yo conocía —respondió educadamente.
—Por supuesto, cariño. Esta ciudad, este pequeño pueblo de mi infancia, es totalmente diferente a la civilización que tu padre nos ha dado la oportunidad de conocer —comentó su madre, masticando con cuidado de no arruinar su costoso labial—. Pero estoy segura que pronto podrás sentirte como en casa.
—Además tu estilo de vida no cambiará, Seok. Tu nueva tarjeta de crédito está sobre la mesita de noche de tu habitación. Puedes comprarte más ropa y todo lo que necesites, sabes que no hay ningún límite —informó su padre, guiñándole un ojo para luego volver a poner su atención en su teléfono celular.
Y es que los padres de Hoseok eran adultos demasiado ocupados en sus empleos, y le daban todo tipo de cosas materiales, para compensar el tiempo que no podían otorgarle.
Hoseok ya estaba acostumbrado a eso, y al estar convirtiéndose en un adulto, ya no le importaba mucho.
—Por cierto, Seokie. No creo que podamos conseguir a nadie para colaborar en los asuntos de la casa por ahora. Así qué, quiero pedirte que por favor, compres leche, cereal y una caja de té. Mañana iré con tu padre a hacer la despensa completa.
—No hay problema, mamá. Ahora voy a comprar lo que necesites.
Un rato después, subió a su habitación por la tarjeta. Se aplicó bloqueador solar y un poco de bálsamo labial para el cuidado de sus labios.
Acomodó los mechones de su cabello, viéndose perfectamente peinado, dejando caer algunos mechones sobre su frente.
Una vez listo, miró su atuendo en el espejo de cuerpo completo, adorando la forma en la que su ropa preferida moldeaba su figura. Era de un estilo variado pero sofisticado, casi toda su ropa era ajustada y de colores vivos y llamativos. Él amaba demasiado tomarse el tiempo cada mañana en elegir lo que usaría día a día, además de tener una extensa variedad de zapatos de dónde escoger, y un montón de accesorios para combinar.
Ese día prefirió no vestir tan formal, bastó con unos jeans azules y una sudadera cerrada verde pastel, subiendo las mangas hasta sus codos. Y unos tenis Converse blancos, todo bastante básico pero lindo, cómo a él le gustaba.
Se dirigió a la tienda de conveniencia más grande fuera del fraccionamiento, apesar que su prima se había encargado de explicarle todo acerca de los alrededores, todavía era complicado pensar en andar solo por ahí con el riesgo de poder perderse.
Entró a la tienda, tomando una canasta para cargar con sus artículos. Caminó por los pasillos, recordando lo que su madre le había pedido comprar, además de echar en la canasta, algunas otras cosas que él necesitaba.
